Susana Díaz con el presidente de la Cámara de Cuentas de Andalucía, Antonio López, este martes en San Telmo.
Susana Díaz con el presidente de la Cámara de Cuentas de Andalucía, Antonio López, este martes en San Telmo. - EFE

Susana Díaz sopesa ya cómo dejar atada su sucesión en Andalucía

La Junta valora su labor orgánica en el PSOE «en defensa de Andalucía y España»

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La presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general de la federación socialista más numerosa, Susana Díaz, termina el año como lo empezó, en las portadas. Si en enero sorprendía con el anuncio de elecciones anticipadas en Andalucía para evitar el impacto de los partidos emergentes, estos días protagoniza el debate interno del PSOE tras el 20-D.

El futuro del partido socialista depende de la decisión que adopte Susana Díaz en cuanto a forzar la celebración del congreso federal y meterse en la pelea por la secretaría general. Pero para ello la presidenta andaluza valora sus apoyos y deberá despejar dudas sobre la estabilidad futura del partido en Andalucía y de un Gobierno andaluz entregado a lo que diga su presidenta.

El Consejo de Gobierno no trató ayer la posibilidad de que Susana Díaz abandone la presidencia. Al menos eso dijo el portavoz del Gobierno, Miguel Ángel Vázquez, aunque es evidente que la presidenta informó a sus consejeros de todo lo acontecido el lunes en Madrid. En la tradicional rueda de prensa tras la reunión, Vázquez declaró que la labor de Susana Díaz como secretaria general del PSOE-A es en beneficio del partido y, «fundamentalmente, de la defensa de Andalucía y España», en respuesta a las críticas del PP a Díaz por dedicarse más al partido y dirigir la Junta «a medio gas».

Los nervios eran evidentes ayer en el palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Susana posó durante una entrevista con el presidente de la Cámara de Cuentas, pero ni una sola palabra. En el PSOE andaluz todo es tensión por la trascendencia del momento político. Pero Díaz no da un paso en falso y antes de abanderar la petición de celebración del congreso federal en plena gestación de pactos electorales por parte de Pedro Sánchez asegurará sus apoyos y los daños colaterales a las siglas que provoque la disidencia con la actual dirección. La presidenta andaluza sabe que a partir de ahora es objetivo del fuego amigo, aunque es experta en salir indemne de luchas intestinas.

Su principal fortaleza es Andalucía, una piña en torno a la lideresa. En cuanto a apoyos externos, Díaz se asegurará antes de que ninguno de los barones alineados con su diagnóstico de pactos, unidad del Estado y futuro del socialismo -Extremadura, Castilla-La Mancha, Valencia o Asturias- dará un paso atrás. Ayer mismo, Puig cambió su discurso. En todo caso cuenta aparentemente con otro apoyo de peso, Felipe González. Confirmada su fortaleza para dirigir los acontecimientos tendrá que plantearse si dará el paso para postularse a la secretaría general.

Díaz sabe que Pedro Sánchez es producto de su propia decisión de no plantar batalla en Madrid en el último Congreso Federal. Tenía que asegurarse antes su poder orgánico y el respaldo de las urnas en Andalucía. Ahora puede presumir de ser de las pocas banderas socialistas en alto, tras los últimos cuatro procesos electorales. No parece que busque un tapado manejable para eludir el reto. O ella o nada. Pero, ¿después qué? Díaz buscaría la compatibilidad de la dirección del partido y la presidencia de la Junta, pero sabe que sólo será provisional. Antes de tomar una decisión debe trazar la hoja de ruta de su sucesión en la secretaría general andaluza y en la presidencia de la Junta. Ya se hacen cábalas con nombres como la consejera de Hacienda, María Jesús Montero.

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