Mariano Rajoy saluda al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en el Congreso de los Diputados

Rajoy y Rivera cuidan su relación ante la incertidumbre de los presupuestos

El presidente del Gobierno escenifica que C’s es su socio principal en un encuentro privado en La Moncloa

Madrid Actualizado: Guardar
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Solo con los códigos de la política puede entenderse que por la mañana afirmes con rotundidad que un rival político debe ir pensando en su retirada y que por la noche el aludido te invite a a su casa. Mariano Rajoy y Albert Rivera compartieron cena en la noche del lunes acompañados de los miembros de sus partidos que en verano afrontaron la negociación para alcanzar un acuerdo de investidura.

Ambas formaciones quisieron guardar ayer cautela sobre los temas que se trataron durante la velada, que duró tres horas, pero sí ha trascendido el menú del mismo, con un inconfundible recuerdo gallego. Vieiras gratinadas de primero, y a continuación lubina al tomillo sobre cama de tomate en rodajas. Todo regado con un Pazo Señorans de 2015 y un Luis Cañas Reserva 2011.

Por último, y para completar una cita «distendida», el menú se cerró con leche frita con crema de naranja. Se brindó por el año nuevo al comienzo. Además de los líderes, por parte del PP asistieron Álvaro Nadal, Fátima Báñez, Fernando Martínez-Maillo, Andrea Levy, Dolors Montserrat, José Antonio Bermúdez de Castro, Rafael Hernando y José Luis Ayllón. Por C’s estuvieron Miguel Gutiérrez, Melisa Rodríguez, Toni Roldán, Luis Garicano, Juan Carlos Girauta, y José Manuel Villegas.

Cuidar el pacto

«No era para nada en concreto, pero era para todo», señaló ayer el vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez-Maillo. «La teníamos pendiente. Pactamos en su día hacer una comida o cena cordial de reconocimiento al trabajo de nuestros equipos», señaló el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. Una reunión que como expresaron fuentes populares sirvió para «cuidar relaciones». Los primeros compases del pacto entre PP y C’s no están siendo fáciles. La aritmética obliga a buscar más socios para sacar adelante los acuerdos.

La participación del PSOE en muchos de ellos provoca que Ciudadanos quede relegado y que sus 32 escaños sean en la práctica irrelevantes. Pero Rajoy ha dado muestras de querer cuidar la relación con Rivera. Lo hizo en su última intervención antes de fin de año, en la que subrayó que su «socio preferente» es ese partido.

Pese a la sensación de aislamiento que sufre cuando el PP alcanza acuerdos con el PSOE, Rivera se ha mostrado «satisfecho» con el desarrollo del acuerdo, señalando en todo momento que tan solo llevamos seis semanas hábiles de legislatura. «Se ha tramitado ya la ley de autónomos, el pacto educativo y se ha aprobado ya aumentar la baja por paternidad. Estoy satisfecho del ritmo al que funciona, pero no hay que dormirse en los laureles». Los grupos parlamentarios mantienen un contacto diario y Rivera está conforme con su nivel de relación con Rajoy: «No tengo queja, la verdad. Lo he tenido periódico desde la investidura hasta hoy».

La relación Rajoy-Rivera

La relación entre Rajoy y Rivera fue complicada desde sus inicios, cuando el líder de Ciudadanos exigía la renuncia del presidente del PP para llegar a un acuerdo. El apoyo de Rivera a Pedro Sánchez, con aquel pacto motivo de mofa por parte de Rajoy en el debate de investidura del candidato socialista, tensó aún más la cuerda.

La diferencia generacional abrió una grieta importante en los primeros contactos entre ambos, pero se salvó cuando pusieron por delante la necesidad de alcanzar un acuerdo. Ni uno ni otro son generosos entre ellos cuando suben a la tribuna del Congreso. Ahora se guardan el respeto y la consideración imprescindibles. Socios por necesidad, sin un solo halago. El PP lo ve así porque lo necesita para sobrevivir, y porque si quedara en soledad el diálogo con el PSOE sería más difícil todavía, casi imposible.

Y Ciudadanos porque tiene en ese acuerdo una forma de multiplicar un peso parlamentario que por sí solo carece de fuerza. Son muchas cosas las que les separan en la forma de hacer política, que en ambos casos es una clara extensión de su personalidad. Rajoy ha hecho de su carácter pausado uno de sus rasgos más característicos. A Rivera se le conoce por justo lo contrario, por llevar un ritmo acelerado que se deja ver en su gestualidad. «Yo soy más de acción», ironizó en una ocasión Rivera en una charla informal con periodistas. Pero como reconocen en su equipo «el tiempo te enseña que hay que hablar con todo el mundo». Y si es necesario, brindar.

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