Mariano Rajoy, en un acto de partido
Mariano Rajoy, en un acto de partido - EFE

Rajoy quema su último cartucho hacia el gobierno o las urnas

Tras el paréntesis vacacional se espera su llamada a un Sánchez que sabe que no suma pero rechaza el diálogo

MADRID Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy lo tiene claro. Tan claro como lo tuvo la noche del 20-D, tras conocerse los resultados electorales: la izquierda no suma; sólo con algún tipo de acuerdo entre PP y PSOE, España podrá tener un gobierno estable. Pasada la investidura fallida y con la presión mordiendo desde dentro a Pedro Sánchez, el presidente en funciones tiene un mes -el último- para convencer a los socialistas. Es su último cartucho, y lo sabe.

Antes de Semana Santa anunció unos días de espera para «enfriar» las cosas antes de realizar su anunciada llamada a Pedro Sánchez. Probablemente esta que mañana se inicia sea la semana en que se produzca esa llamada, aunque podría retrasarse un encuentro entre ambos líderes.

Si se produce: el último anuncio de Rajoy en este sentido fue cortado en seco por Sánchez.

Rajoy mientras aguanta el tipo -es su especialidad- frente a las presiones internas y externas contra su figura y su manera de gestionar esta situación. Ha diseñado una estrategia de la que, como siempre, él y sólo él es quien más sabe, y en la que se incluyen apariciones televisivas en programas de máxima audiencia, como la entrevista con el incisivo Jordi Évole, que tendrá lugar el 3 de abril.

«No suman, no suman», insite el presidente a quienes le rodean. Por eso en el PP ponen de nuevo las máquinas a trabajar en el último intento por lograr ese acuerdo entre los dos grandes partidos, al que el PP invitaría a Ciudadanos. Un acuerdo que no ven posible con Pedro Sánchez - «es un caso perdido para nosotros», señala un dirigente popular- pero al que no se quieren cerrar definitivamente, dada la inestabilidad latente en el PSOE.

Elecciones impredecibles

Rajoy sale al campo en este «segundo tiempo» del partido con ganas y con ánimo. No obstante, sabe que todo puede acabar en unas nuevas elecciones cuyos resultados son impredecibles: por la reacción de la ciudadanía; por la incógnita de los cinco millones de votos de Podemos; y por la nunca descartable posibilidad de nuevos escándalos de corrupción que golpeen al partido.

De momento, el objetivo es intentar la formación de un gobierno y, sobre todo, evitar que PSOE y Podemos junto con IU y los independentistas lleguen a algún acuerdo para dirigir el país. Ese escenario les eriza el vello a los populares: «Es muy peligroso que lleguen al poder; una vez en el gobierno, podrían aplazar los presupuestos de este año, o ponernos contra la espada y la pared para tener que aprobar los suyos; o culpar a los neoliberales de que no salgan las cosas», enumera preocupado un miembro de la dirección popular.

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