En política hay poco espacio para la improvisación y mucho trabajo que no se ve
En política hay poco espacio para la improvisación y mucho trabajo que no se ve - JAIME GARCÍA

Radiografía de una negociación política

Conversaciones privadas entre los segundos espadas de los partidos, caras de póker en los cara a cara, negociadores experimentados, paciencia y voluntad son algunas de las claves para conseguir, o no, acuerdos

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La primera ronda de contactos del Rey para proponer a un candidato a la Presidencia ha dejado claro que las diferentes fuerzas políticas que están en disposición de entrar en el Consejo de Ministros no han llegado a ningún acuerdo. Este hecho les ha empujado a negociar, algo que, a tenor de las opiniones de los expertos politólogos consultados por ABC, está ocurriendo ahora mismo, aunque no trascienda, como algunos prometieron.

Es evidente que aún no ha habido un encuentro, mesa mediante, entre los cabezas de lista de las principales formaciones (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos), pero eso no significa que los partidos no estén en contacto, ya que la negociación política maneja sus propios tiempos y esto no ha hecho nada más que empezar.

Segundos espadas

En política, como en los toros, antes de que el maestro salga al ruedo son otros los que tienen que tantear el terreno, y en esa fase están los principales partidos ahora mismo. «Lo normal es que haya contactos relativamente informales y no por parte de los líderes, habrá emisarios, que no conocemos, manteniendo contactos desde hace tiempo», suscribe Paloma Román Marugán, profesora Ciencia Política y Directora Departamento de Políticas en la Universidad Complutense.

«Esto ocurre desde que se inventó el teléfono»

También tiene claro que los teléfonos móviles están echando humo otro profesor de Ciencias Políticas, Jesús Gutiérrez Villalta, que imparte cátedra en la Universidad Carlos III de Madrid y que también forma parte del Ilustre Colegio Nacional de Doctores y Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología. «Esto ocurre desde que se inventó el teléfono», ironiza Gutiérrez, quien aporta que «seguramente haya personas de máxima confianza de los líderes que estén realizando llamadas e intentando suavizar el terreno». Por descontado queda que estos interlocutores poseen, como remarca el profesor, «capacidad suficiente para tomar decisiones en estas llamadas».

Los hombres de confianza llevan el peso de la negociación en estos momentos
Los hombres de confianza llevan el peso de la negociación en estos momentos - JAIME GARCÍA

Estos encuentros, sean físicos o telefónicos, forman parte del territorio «informal», como especifica Gutiérrez, quien lo distingue del tradicional encuentro «formal», que es el que, si estas negociaciones preeliminares cristalizan, se producirá cuando dos líderes -o tres, o cuatro- se sienten, frente a frente y respaldados por su equipo de negociadores, alrededor de una mesa. «En las conversaciones fuera de una mesa, en un ascensor o en un pasillo por ejemplo, hay veces que se consiguen acuerdos y se liman aristas», describe Gutiérrez.

De mínimos y paciencia

«En el escenario formal todo el mundo negocia con cara de póker», delimita el politólogo, quien confirma que una vez llegados a este punto, los políticos acostumbran a plantarse en la mesa con sus «máximas por delante» para intentar sacar el mejor acuerdo posible. «Lo primero que plantean es su posición, que no es lo mismo que su verdadero interés», comenta Román, a quien completa Gutiérrez, quien advierte que un partido cederá en una negociación «cuando esté a punto de perder sus líneas rojas», es decir, sus principios mínimos, en lugar de esos requerimientos de máximos propios del inicio de la negociación.

«Lo primero que plantean es su posición, que no es lo mismo que su interés»

Dominar la información es «básico» en este punto, como defiende la directora del Departamento de Ciencias Políticas de la Complutense, ya que permitirá a un equipo de negociadores saber los puntos débiles (reales) de la estrategia del otro conjunto, hasta donde está dispuesto a ceder y cuál es «su mejor acuerdo no negociado». Es decir, y según explica la profesora, «que te puedas levantar de esa mesa y conseguir algo de lo que pretendes conseguir en esa mesa pero sin negociarlo».

«Es como un Don Tancredo, estar sin decir nada ya es negociar; estar sin negar nada pero también sin proponer, también es negociar», resalta Gutiérrez, consciente de que estas negociaciones suelen ser una carrera de fondo. Eso sí, como añade el también profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III, Lluis Orriols, «hay tantas negociaciones como partidos y escenarios», por lo que no se puede establecer un patrón que se cumpla siempre.

Los negociadores

Algo que por el contrario siempre se repite, al menos en los contactos iniciales con los políticos alrededor de una mesa, es que, como dice Román, «todos llegan con una sonrisa», pero una vez superado el protocolo entran en juego los negociadores de las partes, que en combinación con un buen grado de información —tanto propia como del rival— puede traducirse en éxito para unos y desesperación y fracaso para otros.

«Si al principio se plantean las posiciones, hay que averiguar después los intereses», subraya la profesora, algo que es misión de estos negociadores, que son, según explica, «personas del partido con experiencia y con cierta autoridad y respeto» a nivel interno.

«Todos llegan con una sonrisa a la mesa»

«Una vez que se calan las caretas —esto es, los intereses realesde cada uno— es más fácil poder proponer o compensar», añade la experta, quien sustenta la posibilidad de acuerdo en que las partes «tengan voluntad» y, como no podía ser de otra manera, en la pericia y el saber hacer de los negociadores.

Anómalo

Para Orriols lo más raro de la situación está justo ahí, en que, por el momento, «no se conozcan contactos» entre los diferentes líderes, —sólo ellos sabrán si es por falta de voluntad—. «En otros países los contactos se producen incluso antes de las elecciones», indica Orriols, a quien le extraña porque, según comenta, «los políticos saben perfectamente cómo contactar entre ellos».

Para ver a Rajoy o Sánchez cara a cara con Iglesias o Rivera aún habrá que esperar, pero después de todo, que nadie se engañe, contactos está habiendo —quizá algo tarde después de lo visto la semana pasada— pero aún queda lo mejor, es decir y volviendo al símil taurino, que los maestros abandonen la barrera y pongan la muleta sobre la arena. Ahí demostrarán su altura los negociadores y, por ende, nuestros políticos.

Ver los comentarios