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Javier Fernández, Vara, Susana Díaz, César Luena y Sánchez en un acto de la pasada campaña electoral - IGNACIO GIL

La cesión de senadores a los independentistas reactiva el movimiento para derrocar a Sánchez

Los barones del PSOE lo ven inexplicable y definen su estrategia para el Comité Federal el día 30

Madrid Actualizado: Guardar
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Pedro Sánchez dilapidó anteayer con su decisión de prestar por cortesía cuatro senadores a los independentistas de ERC y DiL (antigua Convergència), para constituirse en grupos parlamentarios, el importante capital político que había obtenido en el Comité Federal del PSOE del 29 de diciembre.

Los barones críticos con su liderazgo se replegaron entonces para darle margen de negociación en la investidura, pero creen que ha traspasado la línea roja de no pactar con soberanistas y se lo van a criticar en otra reunión del comité, el 30 de enero.

No les gusta cómo está conduciéndo Sánchez los prolegómenos de las negociaciones, «dando sensación de que quiere ser presidente del Gobierno como sea», dicen fuentes próximas, y por ello volverán a la carga para que de ese Comité Federal salga la fecha definitiva del 39 Congreso; Independientemente de lo que diga Sánchez, muy interesado en postergar esa fecha hasta que haya un presidente investido, para ser de nuevo candidato a La Moncloa incuestionado en caso de que haya que repetir elecciones.

Al líder socialista ya quisieron torcerle la mano los líderes regionales el 29 de diciembre, para que el Comité Federal convocase ese congreso cuando toca, en febrero/marzo, aunque no lo consiguieron; y no lo hicieron, en gran medida, por la división en sus propias federaciones entre «sanchistas» y críticos pero, sobre todo, porque no tocaba.

Óscar López no les convenció

«El espectáculo que estamos dando es lamentable», diagnosticó en aquellos días el hoy presidente del Congreso, Patxi López, haciéndose eco de un sentir interno mayoritario. Solo entonces cesó la maniobra de los críticos para forzar con firmas el Comité Federal que finalmente será el 30 de enero.

Ayer, ese mismo Patxi López no quiso salir en defensa de una decisión de Sánchez en el Senado considerada internamente un «error mayúsculo» porque da munición a todos, al PP, pero también a Podemos. No en vano, la línea del argumentario popular ayer era: «Pedro Sánchez inicia la ruptura de España».

Cuando Patxi López rehusó valorar, a mediodía, ya era conocedor de la tremenda indignación en el PSOE, de la cual se hace eco hoy el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra cuando escribe en la «Tercera de ABC» que su voto al PSOE es «incompatible» con la cesión de senadores al independentismo.

La sensación es que Sánchez «está buscando la investidura a cualquier precio», insisten los críticos. Verdad o no, lo cierto es que la abstención de los 8 diputados de DiL y los 9 de ERC en una segunda votación de investidura le permitiría alcanzar la Presidencia del Gobierno por 167 síes (PSOE, Podemos, PNV e IU), frente a 163 noes (PP y Ciudadanos).

El portavoz del Grupo Socialista en el Senado, Óscar López, habló con todos los barones el mismo jueves, cuando trascendió la cesión a ERC y DiL, para justificarla en la pura «cortesía parlamentaria». Les recordó que es práctica habitual al inicio de las legislaturas, pero obtuvo de todos casi idéntica respuesta: «esto va a ser muy difícil de explicar a los españoles con lo que está pasando en Cataluña».

Dirigentes como el presidente asturiano, Javier Fernández, muy crítico ya en el Comité Federal del 29 de diciembre, la presidenta andaluza, Susana Díaz, y otros, «no daban crédito», asegura una fuente próxima. Hablaron entre sí y se emplazaron para el Comité Federal del 30 de enero. Allí denunciarán que la cesión de senadores va contra de la resolución de diciembre, donde se dice «no» al PP y a Mariano Rajoy, pero se añade a continuación que cualquier diálogo con cualquier organización será «condición indispensable» que abandone la autodeterminación.

Susana Díaz suspendió un acto

Díaz, que los críticos quieren sustituya a Pedro Sánchez en la Secretaría General del PSOE, suspendió a primera hora de la mañana su presencia en un acto sanitario en Sevilla, precisamente para no tener que hablar; cree que en la escaramuza de hace un mes se expuso demasiado y permitió que Ferraz ahondara en su papel de «mala» en este película. A partir de ahora hablará lo justo.

Lo hizo en su lugar el portavoz en el Parlamento andaluz, Mario Jiménez, sin entrar en honduras: «No tenemos nada que decir», es una decisión del PSOE «a nivel nacional».

Sí hablaron en contra de Sánchez el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, y el aragonés, Javier Lambán, para expresar estupefacción. «Tengo muy claro que en política, aunque las cosas sean difíciles de explicar, si se explican, se pueden entender; y luego hay cosas que son inexplicables, y yo esto no lo entiendo», confesó Fernández Vara en una rueda de prensa en Mérida (Badajoz).

Reconoció que la dirección encabezada por Pedro Sánchez es «soberana» para tomar decisiones, «pero no lo comparto. Si dijera lo contrario, me estaría engañando», concluyó. En esa misma línea, el aragonés Lambán señaló que «hay que cambiar estas costumbres» parlamentarias y expresó su deseo de que «esto no suene a que el PSOE estás dispuesto a pactar nada con quien defiende la independencia».

Por su parte, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, calificó como «bastante incomprensible» la cesión de senadores que ha hecho el PSOE a los independentistas. Sáenz de Santamaría preguntó a Pedro Sánchez en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros «a qué está dispuesto a prestarse» para conseguir «lo que no le han dado los votos» y llegar a La Moncloa.

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