Arias Salgado: «Ha llegado el momento de cerrar el traspaso de poder a las Comunidades Autónomas»

El exministro con UCD y el PP apuesta por «replantearse el ámbito competencial en materia educativa»

El exministro Arias Salgado junto al presidente de la Comisión, José Enrique Serrano EFE
Víctor Ruiz de Almirón

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El exministro de Administración Territorial entre 1981 y 1982, Rafael Arias Salgado, desaconsejó ayer en la comisión para la evaluación del Estado Autonómico abordar un proceso de modificación de la Carta Magna: «Si hay consenso se pueden hacer muchas mejoras del texto constitucional sin necesidad de reformarla. Yo no soy partidario de abrir una reforma de la Constitución ».

Quien fuera secretario general de UCD y también ministro de la Presidencia con Adolfo Suárez vino a coincidir con los planteamientos de los padres de la Constitución al demandar que para tal reforma deben cumplirse dos requisitos. El primero un debate previo a modo de diagnóstico, y el segundo la consecución de «un consenso tan amplio como el que dio lugar al nacimiento de la Constitución» .

Arias Salgado, que también fue minsitro de Fomento en el primer Gobierno de José María Aznar, puso en valor que el texto constitucional ha aportado «estabilidad y avances en los derechos sociales», a la vez de un «equilibrio entre unidad y diversidad», por lo que «merece todos nuestros elogios». «Pediría siempre a los representantes del pueblo que estremarhay la prudencia al hablar de la reforma cosntitucional. No se trata de sacralizar, pero la aportación que ha hecho a la vida política no tiene parangón».

Puso además un ejemplo muy concreto de las cuestiones que pueden mejorarse sin necesidad de reformar el texto constitucional, apostando por desarrollar una ley de armonización para establecer la tarjeta sanitaria con plenitud de valor en todo el territorio del Estado: «La CE tiene ese instrumento, debe ser recuperado una vez alcanzado el desarrollo del Estado de las autonomías».

Y es que para Arias Salgado ese desarrollo ha tocado ya techo: «No cabe a mi juicio transferir más poder a las CCAA. El grado de descentralización no tiene parangón en el mundo. Salvo Suiza o la India, que es un subcontinente. Ha llegado el momento de cerrar el traspaso de poder».

Habló incluso «reforzar el monopolio del Estado en política exterior».Un monopolio que, dijo, debe ser «absoluto y radical» porque suponer «una distorsión extraordinaria ver a Comunidades Autónomas en el exterior perjudicando en ocasiones el interés general».

No quiso llamarlo recentralización, pero sí abogó por caminar hacia una «cierta reordenación en aspectos donde el Estado tiene dificultades para actuar» y puso un ejemplo concretísimo: «Hay que replantearse el ámbito competencial en el ámbito educativo. El Estado tiene que tener la última palabra para organizar el sistema educativo». Se mostró, eso sí, partidario de «todo aquello que contribuya a definir claramente las competencias del Estado y las CCAA».

Sobre la reforma del Senado señaló que le parecería bien pero que «no es imprescindible». Tampoco se mostró partidario de blindar los derechos sociales en la Constitución si eso significa comprometer un determinado gasto presupuestario: «Hay que dejar margen a las políticas de los gobiernos. La Constitución inspira la actuación pero deja margen a la acción de los gobiernos».

Terminó considerando «enormemente arriesgado abrir un proceso de reforma que afectaría a la configuración global del estado de las autonomías», valorando que la actual composición del Congreso «hace difícil la consecución de acuerdos» e insistiendo en que hay dimensiones mejorables que no precisan de la reforma.

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