Las nuevas caras del futuro PP

Tras las críticas de algunos barones y el abandono de otros, en el partido surgen algunos nombres que tal vez podrían liderar el futuro

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Lo quiera o no Rajoy, tras la «victoria incuestionable» del 24-M, en el Partido Popular se avecinan cambios. La pérdida de poder territorial y su traducción en dimisiones en cascada ha movido el banquillo, y las llamadas a la renovación generacional empiezan a traducirse en las «caras» del PP.

Aunque la clave es más de renovación de actitudes e ideas, y no sólo de personas, lo cierto es que toda una generación de políticos populares «clásicos» está de retirada: en esta situación se encuentran, tras los malos resultados, nombres tan emblemáticos como Rita Barberá, Teófila Martínez, Javier León de la Riva, Juan Vicente Herrera o la propia Esperanza Aguirre.

Pero detrás llegan ya figuras emergentes, algunas más nuevas en la primera línea, como Cristina Cifuentes (50 años), la flamante ganadora de las elecciones a la Comunidad de Madrid; y otras con recorrido en el partido, pero que responden a ese perfil de jóvenes con una imagen más moderna y que podrían encarnar la renovación que los resultados electorales están obligando a buscar al PP.

Otros modos de actuar

En esta lista estarían barones como el presidente gallego, Alberto Núñez Feijoo (53 años); el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso (48); la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (43); o el portavoz de campaña popular Pablo Casado (34), todos reflejo incontestable de esta nueva realidad que quieren transmitir los populares.

De hecho, son varios los dirigentes populares que entendieron así, y no de otro modo, los razonamientos que realizó Rajoy ante el comité ejecutivo nacional: aunque en público dijera que no barajaba ningún cambio «ni en el gobierno ni en el partido», con los miembros del comité sí que comentó su intención de introducir cambios «de actitudes, de maneras, de modos de actuar». Que algunos traducen en frases como «más escuchar a los ciudadanos, más cercanía, preguntar qué necesitan»...

En efecto, los dirigentes populares hablaron de la necesidad de «pisar la calle, perder prepotencia, menos “yo te explico” y más “yo te escucho”». Porque el principal problema que han detectado entre los votantes, y por el que entienden que han perdido apoyo, es «el desafecto: no nos quieren». No es tanto un problema de edad, pues, «el que puede convertirse en próximo alcalde de Valencia, Joan Ribó, de Compromís, tiene 67 años: es mayor que Rita Barberá». Es más bien «cambio de actitud, de personas, y hasta de roles» lo que el PP detecta que le está pidiendo el electorado.

Por eso, opinan algunos dirigentes que «cuanto antes pongamos a otras personas que tiren del carro, mucho mejor». La marcha de algunos de los líderes derrotados en las urnas va a facilitar en buena medida esta renovación. De todos es conocido lo poco que le gustan a Rajoy las situaciones tensas, y nada peor en este sentido que tener que desplazar a alguien de su puesto. El «paso atrás» que algunos están dando de forma voluntaria hace más fácil este cometido.

En la dirección del PP aseguran que se han planteado tres tiempos en su línea de actuación tras las elecciones. El primero es el de análisis de los resultados, algo que comenzaron ayer en el comité ejecutivo nacional y que van a seguir realizando.

Mirando a las generales

El segundo, los pactos, un territorio peliagudo en el que acaban de adentrarse y que promete una frenética actividad durante las dos próximas semanas. El partido ha dejado abierta la vía a los candidatos para que cada uno de ellos pueda intentar acuerdos de mayoría siempre que cumplan las condiciones que indicó Rajoy: no ir contra la lista más votada, y que sean pactos que garanticen la estabilidad, el control del déficit y la creación de empleo.

El tercer tiempo de la actuación del PP será fijar objetivos y estrategias de cara a las generales. Y ahí es donde comenzarán a verse las nuevas caras, las baronías nacientes o las personas que ganen proyección. Esto, y esa nueva actitud más cercana a la calle que quieren promover para ganarse de nuevo al electorado que en otras ocasiones les ha sido afín.

Para eso se cuenta con estos políticos menos «quemados», con experiencia en la gestión y que se mueven cómodamente en los medios de comunicación, no salpicados por los escándalos de corrupción y dispuestos a acabar con el rechazo que ha producido la «marca PP» en los pasados comicios, tal y como han detectado los propios responsables populares.

Núñez Feijóo tiene la solidez de la experiencia y una imagen de solvencia, y a pesar del varapalo que han sufrido los populares en los ayuntamientos gallegos, sigue siendo un valor seguro para el PP, con buena valoración pública y presente siempre en las quinielas como relevo futuro de Rajoy.

Madrid, escaparate

La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría une a su juventud la probada eficacia y una muy buena relación en los medios de comunicación, uno de sus cometidos como mano derecha de Rajoy. De hecho, su imagen pública es incluso mejor que la del presidente, mucho más machacado por los medios. Su proyección ha despertado el recelo entre algunos colegas del Consejo de Ministros y en el partido. Precisamente su escaso predicamento en el PP y su poca influencia interna es su principal punto débil.

Cristina Cifuentes puede convertirse en la presidenta de la Comunidad de Madrid, manteniendo este bastión para el PP y convirtiéndose en la luz que los populares mantengan encendida en la región capital. Será el escaparate de las políticas populares frente a las que acometan desde un más que probable gobierno municipal de Ahora Madrid en la capital. Y también el freno -por su capacidad de control legal sobre el ayuntamiento- que ralentice muchas de sus iniciativas.

Pablo Casado, otro ejemplo de esta nueva generación de caras populares, ya destacaba diez años atrás por su oratoria brillante y su militancia sin complejos cuando era el presidente de Nuevas Generaciones en Madrid. Como portavoz de campaña en las municipales y autonómicas, se ha multiplicado en apariciones televisivas donde rompe con la imagen «carca» de los populares y aporta la frescura y el talante de un nuevo rostro popular.

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