Lo mismo que hace doce años

Una conversación grabada ilegalmente hace casi dos años fue ayer hecha pública con vocación de convertirse en otro 12-M para Mariano Rajoy, que partiendo de favorito en las elecciones de 2004 pasó lo que pasó, y terminamos en un «zapaterato» de casi ocho años. De aquí al domingo (después ya no tendría sentido, al parecer) no escucharán otra cosa que las palabras del ministro del Interior con el elegido por el Parlamento catalán (con mayoría nacionalista, por cierto) para detectar allí el fraude en Cataluña. Ojo clínico. Los candidatos de la oposición tardaron ayer tres milésimas en pedirle la dimisión a Fernández Díaz —que ya tuvo el gazapo de la entrevista de Rodrigo Rato en pleno turbión del expresidente de Caja Madrid— y a quien le nombró (Rajoy).

Y así será hasta el próximo día 26. En Cataluña, las fuerzas independentistas tardaron la mitad en hacer lo mismo. Reflejos no les faltan. El hecho de que graben irregularmente al ministro y lo difundan en vísperas de las urnas pasará casi desapercibido ante el alboroto. Las quejas por los déficit del Estado de Derecho solo funcionan hacia un sentido. Mucho habrá de esforzarse el PP en apagar el estruendo.