Nadal, con Bruno Mardones, sparring del Mutua Madrid Open
Nadal, con Bruno Mardones, sparring del Mutua Madrid Open - MMO

Mutua Madrid Open«Nadal no baja ni una marcha»

Uno de los «sparrings» que se ha entrenado con Nadal, que debuta este miércoles ante Fognini, relata cómo es trabajar con el balear

MADRID Actualizado: Guardar
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Como casi cada día, Rafael Nadal, que por fin se estrena hoy en el Mutua Madrid Open ante Fabio Fognini (16 horas, TDP y ABC.es), consume más horas que nadie en la pista de entrenamiento, empapado en sudor porque lleva dos horas y pico de paliza. Feliciano López, Grigor Dimitrov, Dominic Thiem, Guillermo García-López... Va cambiando de colega, muy habitual ver a tenistas trabajando juntos pese a la rivalidad (en el cuadro femenino sucede mucho menos), y después del saludo de rigor Nadal se queda en la pista. Coloca a Carlos Moyá al otro lado de la red y además reclama la presencia de un sparring para poder mover la bola de lado a lado y que le vuelva al punto exacto.

Se llama sparring a esa suerte de jugadores que sirven para que los profesionales trabajen a la carta, jugadores con nivel suficiente como para tener un ritmo óptimo y acercarse a lo que uno se puede encontrar en la competición.

Bruno Mardones, que es el 1.464 de la ATP, tiene 21 años y estos días está al servicio de los jugadores en la Caja Mágica para hacer de sparring, vivió el pasado viernes una de las experiencias de su vida. Lo dice él mismo, pues iba a ver el partido de una amiga de la fase previa y de golpe y porrazo recibió una llamada que le dejó en blanco. «Estaba en la pista 3, que iba a ver jugar a Varvara Flink, y me llamaron. ¡Bruno, has quedado con Rafa en la pista 4, ya! Me pego el esprint, cojo mis cosas y voy corriendo. Después Rafa tarda unos cinco o diez minutos en llegar, pero ahí estaba preparado para entrenarme con él...».

Lo relata con naturalidad, acostumbrado a ir de lado a lado, un día con Tomic y otro con Donaldson, Carla Suárez o el que sea. «Yo no me pongo nervioso, pues al fin y al cabo llevo cuatro años trabajando aquí y ya estoy acostumbrado a trabajar con tanta gente. Pero a los cinco minutos me dije: tienes a Nadal delante, a Rafael Nadal, que viene de ganar diez Montecarlos y diez Godós... Creo que lo hice muy bien y él acabó contento. Luego hablamos con Toni y le dije que si necesitaba algo durante la semana ya me diría. Tienes a uno de los mejores de la historia delante, pero no me puse ansioso...».

Acostumbrado a negociar con las condiciones de los torneos Futures, Mardones se siente estos días en una especie de burbuja, saboreando cada segundo porque el lunes que viene regresará a la realidad. «Este es un mundo irreal porque yo no lo vivo durante la temporada. Nosotros jugamos en pistas pisadas y aquí están perfectas, con bolas nuevas en cada entrenamiento... A mí me da mucha confianza esta semana porque hace que me sienta tenista. En los Futures estás incómodo, intentas pelear, pero no tiene nada que ver con esto. Es el día y la noche. Cuando acaba esta semana, mi entrenador me tiene que decir durante dos o tres días que despierte, parezco un poco desubicado. ¡Mardo, vuelve. El mundo irreal se ha acabado!».

Más que nada porque pasará de pelotear con Rafael Nadal a luchar por un puñado de puntos en cualquier rincón, sin apenas premios económicos, costeándose los viajes y angustiado por obtener un resultado que mejore su condición. Por eso, el jugar con el campeón de 14 grandes y compartir momentos con el mejor tenista de la tierra quedará para siempre. «De las mejores cosas que he hecho en mi vida. Soy tenista desde pequeño, y estar con un chico al que he visto miles de veces por la tele... Fue la mejor experiencia de mi vida», confiesa a ABC.

¿Cómo es estar con Nadal en la pista? ¿Qué se siente golpeando una bola que llega cargada de efectos y de fuerza? «Viene rapidísima. Cuando el tío levanta la bola, viene lenta por el aire, pero al botar sale disparada. Y siempre van cerca de la línea y es complicado aguantarle, pega muy muy fuerte», explica. Tiene, además, una serie de golpes irrepetibles. «La derecha invertida hacia la derecha de un diestro, la pega muy fuerte. Me sorprendió muchísimo. Y la bola que tiene con la derecha alta hacia el revés del otro, y más en Madrid, es la que mejor tiene».

Mardones define bien lo es que Nadal. «Es constante, es un ataque sin parar. Al final, es de los que más intensidad mete en los entrenamientos. Yo entrené con Monfils hace un par de años, por ejemplo, y sí, está con intensidad, pero desconecta un poco, hace alguna broma, algún saltito... Nadal va a piñón fijo, y no la suelta, no baja ni una marcha».

Él está para obedecer, para jugar a lo que le pide el tenista o, en su defecto, el entrenador. Y así procedió cuando estuvo con Nadal. «Me pidió que le sacase para entrenar el resto. Me pidió que desde el deuce sacase a su revés bastante y que le siguiese la bola para que resto le incomodara. Hice todos los segundos abiertos, desde los dos lados, y él se centraba en el resto. Hago lo que me piden, estoy a su disposición. Somos siete u ocho aquí y vamos cambiando de jugadores».

Sobra decir que todos sienten algo especial cuando les llaman para estar con Nadal. «Yo les conocía, ya había estado en pista con ellos. He estado en su academia, Toni me conocía de antes, Maymó también... Yo entrené con Francis Roig en Barcelona y me trataron muy bien. Me gustó mucho». Pese a la otitis, de la que ayer estaba mejor, Nadal trabaja más que nadie. Fabio Fognini, imprevisible, es la primera prueba en Madrid.

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