Djokovic besa el trofeo de campeón
Djokovic besa el trofeo de campeón - efe
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Djokovic puede con Federer en un duelo épico

El suizo perdonó demasiado y entregó a Djokovic el US Open, décimo Grand Slam del tenista serbio, en un partido muy igualado

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En fútbol y baloncesto se repite que el mejor ataque es una buena defensa. Ayer, en el mejor duelo que se puede ver hoy en día en una pista de tenis, la defensa impecable de Novak Djokovic fue lo que inclinó la balanza en su victoria frente a la ofensiva de Roger Federer (6-4, 5-7, 6-4, 6-4), más agresivo, pero menos certero que el número uno del mundo. [ Narración y estadísticas]

Fue un partido brillante, en el que Federer carburó hasta la última gota de gasolina que le queda a su cuerpo, cargado con 34 años y 17 títulos de Grand Slam. Es el jugador más viejo que llega a una final del US Open desde Andre Agassi, en 2005.

Entonces, su verdugo fue el propio Federer. Ahora, el título ha caído también del lado del más joven, Novak Djokovic, un tenista en estado de gracia.

Las posibilidades de Federer pasaban por buscar el camino más corto hacia la victoria: un juego directo, agresivo, basado en un saque potente, en buscar la red a la mínima oportunidad y reducir la extensión de los peloteos. Lo consiguió en varias fases del partido, con juegos en blanco apoyados en saques potentes, esculpiendo su fantástico revés liftado a una mano –un monumento al tenis– o con presión desde el resto contra el segundo servicio de Djokovic.

Ese golpe de devolución de saque, que en el circuito ya han definido como SABR –las siglas de «Sneak Attack by Roger», o «Ataque Sorpresa de Roger»–, funcionó un par de veces durante el partido. Es una estrategia en la que Federer se abalanza contra la red en el segundo saque, para restar desde la línea que marca el límite de la zona de saque, a mitad de cancha. El entrenador de Djokovic, Boris Becker, denunció esta táctica, a la que calificó de «casi irrespetuosa».

Djokovic también tuvo que hacer frente al público neoyorquino, posicionado desde el primer momento a favor del suizo. Cada vez que Federer tenía una opción de ruptura de saque, o una ventaja en un deuce, o ejecutaba un golpe ganador, el respetable le vitoreaba. Las gradas llegaron a tener un comportamiento poco respetuoso hacia Djokovic, a quien silbaban o molestaban en ocasiones en su servicio. Algunos de los famosos que acudieron al torneo –Robert Redford, Sean Connery, Leonardo di Caprio, Hugh Jackman, Bradley Cooper o David Beckham– también apoyaron al suizo, comandados por Anna Wintour, la mandamás de la industria de la moda desde la dirección de «Vogue» y fanática del tenis y de Federer (dicen las malas lenguas que Wintour le da mala suerte al suizo).

Ni eso, ni el resto de la presión que Federer puso sobre Djokovic fue suficiente para tumbar al serbio. Llegó a pelotas imposibles, lanzó globos de fantasía contra las subidas a red de Federer, devolvió los reveses venenosos del suizo con todavía más veneno, jugó profundo y, sobre todo, dominó en los peloteos largos.

Tuvo mucho mérito Djokovic, que resistió ante un Federer que ha sido un vendaval desde Wimbledon –donde también perdió con el serbio, en un partido muy similar al de ayer–. El tenista con más títulos de Grand Slam de la historia –para muchos, el mejor de siempre– no había perdido ningún set de los 28 que había disputado desde esa derrota en Londres. Djokovic, por su parte, había dado señales de debilidad en el US Open. En ambas ocasiones, ante españoles: cedió un set ante Roberto Bautista Agut en octavos –y a punto estuvo de complicarse más la vida– y otro ante Feliciano López en cuartos, donde tuvo que jugar un tie break para imponerse en el cuarto set. La estadística, además, otorgaba posibilidades a Federer: el serbio solo había ganado una de las cinco finales a las que había llegado, mientras que el suizo ya tenía cinco títulos en seis finales. Su récord personal (21-20) estaba ligeramente a favor de Federer.

Con tanta igualdad, el duelo se definió «en los momentos cruciales», como reconoció Federer tras el partido. Ahí fue donde el suizo se desmoronó: solo ganó 4 de los 23 puntos de ruptura de saque de los que gozó. Djokovic, que tuvo muchas menos oportunidades, las aprovechó mejor (6 de 13).

«Es muy simple, he perdido los puntos importantes que han inclinado el resultado», dijo Federer. Hubo demasiados ejemplos de estos errores en los peores momentos. En el segundo juego del segundo set, Federer se adelantó 0-40. Desperdició las tres bolas de break, dejó que Djokovic llegara al deduce y volvió a perder otras dos bolas de break, incluida una con una volea que se fue a la cinta. El serbio se llevó el juego. Ese set acabó en manos de Federer –Djokovic se había llevado el primero 6-4–, pero a veces los errores perjudicaban a Federer porque alargaban las mangas por encima de lo preferible para el suizo, con menos motor que su rival. Volvió a ocurrir con 5-4 a favor de Federer, que desperdició dos puntos de set y tuvo que jugar hasta imponerse 7-5 en esa manga.

Se repitió la historia en el tercer set, donde el suizo pudo romper el saque en dos juegos diferentes. Djokovic no perdonó los errores, corrió lo indecible y se llevó la manga por 6-4.

Todo parecía sentenciado en el cuarto set, con una ventaja para Djokovic de 5-2. Pero Federer soñó y con él la pista central de Flushing Meadows, que no dejó de corear su nombre. Atacó sin descanso y llegó a colocarse 5-4 y con 15-40 para romperle el servicio a Djokovic y mantener la esperanza de un quinto set. Pero dos errores no forzados –otro capítulo en el serbio fue superior, cometió 37 por 54 de Federer– acabó con la esperanza.

Djokovic no se entregó a los aspavientos cuando la última pelota de Federer se fue larga (sí lo había hecho en otros momentos clave del partido). Se quedó petrificado, con sus ojos saltones en dirección a la esquina donde estaba su entrenador y su familia y se llevó el dedo índice al corazón.

Caminó con tranquilidad a la red para felicitar a Djokovic y recibir los aplausos de un público que le maltrató casi todo el partido. «Había mucho apoyo para Roger y un poco para mí», dijo Djokovic en rueda de prensa. «No lo puedo criticar, es lógico que un campeón como Roger tenga la mayoría del apoyo, se lo merece totalmente. Ojalá en el futuro yo me lo gane», insistió el número uno del mundo con elegancia. «Estoy satisfecho de que la tradición de que pierda estas finales esté cambiando», dijo el serbio entre risas, que ha ganado tres de los cuatro Grand Slam de este año.

Sobre su rival, dijo que era «muy especial» vencer a alguien que pone las cosas tan difíciles. «En la pista dije que él te va a forzar siempre a jugar tu mejor tenis. Sabía que iba a ser agresivo, que iba a tratar de romperme el ritmo, de jugar con variedad, cortando la pelota, subiendo a la red, con juego de saque y volea. Y es lo que hizo». «Pero estaba preparado para ello. Estaba listo para la batalla», dijo el número uno mundial con satisfacción.

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