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Río 2016 | NataciónMireia Belmonte: «Gracias a Dios no soy una nadadora perfecta»

La campeona olímpica dialoga con su madre del duro camino que supone para la familia llegar a la cima

RIO DE JANEIRO Actualizado: Guardar
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Sentadas en el sofá, Mireia Belmonte y Paqui García comparten sonrisas y alguna confidencia mientras José Belmonte ofrece una copa de champán a ABC. La familia está reunida por la iniciativa de la campaña «Gracias, mamá». Y está feliz, de celebración todavía porque la gesta invita a vivirlo durante mucho tiempo. Un bronce en 400 estilos y un oro en 200 mariposa. Recompensa a un trabajo excelso estos cuatro años, y así lo deja claro la protagonista.

-¿El del oro, fue el día más bonito de sus vidas?

-Mireia Belmonte: No, no hay un día más bonito. Todos son especiales porque compartes con la familia la euforia de las victorias, pero también el trabajo diario, que es mucho, y los momentos bajos, las derrotas o días de no poder más, siempre hay algo bonito para compartir en una relación madre e hija.

-¿Cuánto ha sufrido hasta llegar hasta aquí?

-Mireia: La lesión en los hombros fue un momento muy difícil y si me pongo en la piel de mi madre, sé que fueron todavía más, ver cómo una hija sufre así. Pero visto ahora... La mejor decisión fue no ir al Mundial de Kazán porque pensábamos que llegaría algo mejor en el futuro. Fue muy difícil porque había hecho todo muy bien hasta el Open, con el Mundial de 25 metros y después de todo el trabajo no poder ir a Kazán fue un gran bajón. Pero todo lo que sube baja y todo lo que baja sube también. Ahora estoy contenta de haber renunciado a ese Mundial para poder tener esta medalla de oro.

-Paqui García: Sufres muchísimo. Por los entrenamientos, por cada día malo, que hay muchos. Y eso se trata de ocultar. En esos momentos de lesiones, pues lo único que puedes hacer es dar ánimos y decirle: «Venga, que tú puedes».

-Pero oro al final del camino. ¿Pudieron dormir?

-Mireia: Guardé la medalla para que no me descentrara porque al día siguiente tenía que nadar el 800. Y me tiré como si no hubiera ganado nada. Me acosté sobre las cuatro o así...

-Paqui: Nosotros... muy tarde (risas). Lo celebramos en el hotel con los padres de otra nadadora.

-Mireia: Yo no, ¿eh?

-Paqui: No, tú no, pero nosotros sí, con champán. Había que celebrarlo por todo lo alto. Estábamos muy felices. A mí me costó dormir, mucho. Tenía todo todavía muy fresco, muy así (se frota los brazos).

-¿Ha vuelto a ver la carrera?

-Mireia: No, todavía no.

-Fue una carrera que le dio lo máximo, el oro, ¿cree que aprenderá algo de ella?

-Mireia: Sé que voy a aprender algo seguro. Hará mil errores que corregir. Gracias a Dios, no soy perfecta como nadadora y tengo muchas cosas que mejorar. Eso es lo que me hace también fijarme en los detalles, para hacer la diferencia al final, como pasó en los últimos metros de la prueba.

-El gesto que hizo al terminar, de golpear el agua, ¿era rabia, alegría, alivio?

-Mireia: El gesto al agua no lo controlo. Hago lo que me sale en ese momento. No sé si es rabia, alegría o qué. Me salió eso. Y luego me pregunté: ¿He hecho eso yo? Hice lo que me salió en ese momento, que no sé bien qué es. Estaba allí y... pues al agua (risas). Tienes tanto dentro que cada uno lo expresamos de una manera. A mí me salió eso y no sé por qué. En ese momento no sabes si reír o llorar, son muchas emociones, es un estado difícil de describir porque no sabes ni lo que sientes.

-¿Aspira al reto que suponen Katie Ledecky o Katinka Hosszu?

-Mireia: Siempre intento mirar lo que hago yo y no me gusta compararme con nadie, ni saber lo que hacen los demás. No sé si lo hago algo mejor o peor que las demás porque no sé lo que hacen. Intento centrarme en mí misma, en lo que puedo mejorar, en mis defectos, en mis virtudes y seguir trabajando con el camino que tengo con Fred [Vergnoux, su entrenador]

-¿Considera que ya por fin, con sus medallas, la natación importará tanto como le corresponde?

-Mireia: Poco a poco creo que se está valorando más. Si es por mí, bueno. Tenemos una oportunidad cada cuatro años, una semana para nosotros solos, con otros deportes igual que nosotros, y hay que aprovecharla. Y sí también veo que los medios hacen un huequito a veces en las portadas para las hazañas que hacemos y creo que motiva mucho para seguir nosotros y para las generaciones que vienen, para que quieran ser protagonistas de lo que viene. Mis récords para mí siempre han sido lo más. Si estoy satisfecha con ello es lo que cuenta. Mi objetivo siempre es mejorarme como persona y como deportista y tengo que quedarme con mi crecimiento y con mi confianza.

-En Londres dijo que en Río lograría el oro. Una vez que lo tiene, ¿qué se propone a partir de ahora?

-Mireia: En Londres dije que quería el oro, pero conseguirlo... (risas). Al menos intentarlo. Ha pasado muy rápido de Londres aquí. No me he dado cuenta del tiempo, pero sí de todo el trabajo que he hecho. El año que viene tengo un Mundial en Hungría, y me falta un título de campeona mundial en piscina de 50 metros, así que creo que es un buen reto para seguir sumando, ¿no? (su madre sonríe).

-Paqui: Siempre que Mireia salta a la piscina te puedes esperar algo grande porque ella lo da todo.

-¿Le costaba ir a nadar de pequeña?

-Paqui: No, a Mireia no le costaba ir a la piscina. Además, como me veía con la bolsa ya preparada cuando salía del cole...

-Mireia: No tenía escapatoria.

-Paqui: Sabía que iba o iba.

-Mireia: Me gustaba mucho ir a nadar de pequeña, me lo pasaba muy bien. Y aunque era a veces duro compaginarlo con los estudios siempre me ha gustado.

-Paqui: Sí, lo disfrutaba mucho.

-Mireia: Para llegar aquí, el sacrificio ha sido de las dos. Mi madre me venía a buscar al cole con la mochila de nadar. Cogíamos el autobús, íbamos hasta el centro de Badalona, yo acababa a las nueve de la noche, volvíamos a casa, me ponía a hacer los deberes y me levantaba a las seis para seguir haciendo deberes, para ir al cole...

-Paqui: Ha sido muy duro.

-Mireia: pero ha merecido la pena, creo.

-Paqui: Claro que sí.

-¿Remoloneaba con la comida?

-Paqui: No, qué va, siempre ha sido muy buena comedora.

-Mireia: Me lo como todo.

-Paqui: Y además era muy agradecida. «Mamá, qué bueno te ha salido esto», la verdad que sí. Que normalmente no sucede. Pero ya que te pasas todo el día o medio día en la cocina y que te digan que lo has hecho bien se agradece, te da vidilla y más ganas.

-Después de Londres 2012 llegó London, su perro, ¿habrá un Río?

-Mireia: No lo sé. London está con mis padres en Badalona y si en el piso cabe otro pues bien. Si no un pajarito, que ocupa menos.

-¿Ha pensado en independizarse o está bien volver a casa?

-Mireia: Llevo desde los 12 años fuera de casa, a veces no voy en todo el mes, como máximo puedo ir cuatro días al mes, así que es como si viviera sola. Volver a casa siempre está bien.

-¿Qué espera encontrar en España?

-Mireia: No sé ni sé lo que voy a hacer. De momento sé que me voy a ir de vacaciones. No sé más del futuro.

Paqui García, madre y sufridora

-¿Cómo vive desde la grada una madre un triunfo así?

-Paqui: Con mucha emoción, ver el himno de España sonar en honor de Mireia pues... Todavía me acuerdo y lloro. Mire, lo recuerdo y se me empiezan a saltar las lágrimas. Estoy como en una nube. Si ella no lo ha asimilado, yo menos. Que tu hija cumpla su sueño es lo mejor que le puede pasar a una madre. En Londres no estuvimos y aquí, gracias a P&G, hemos podido disfrutarlo todos juntos. No me esperaba las lágrimas. Pero claro, llegar al colofón del oro y de que suene el himno.. ¡Bufff!. Es un cúmulo de sensaciones que no sabes explicar, pero todas muy bonitas. He llorado más que en toda mi vida.

-¿Qué le dijo antes de irse a Río?

-Paqui: Que disfrutara y que mucha suerte. Que iban a ser sus Juegos y que lo hiciera como ella sabía, si lo hacía así, saldría todo bien.

-¿Qué es lo mejor de Mireia?

-Paqui: Que es muy luchadora y que es un encanto de niña

-Mireia: Qué va decir, si es mi madre (su madre le da un beso).

-¿Cómo se lleva tenerla fuera de casa desde tan joven?

-Paqui: Se lleva, pero ya, no más. Ella cumplió los trece años en el Centro de Alto Rendimiento. Ahora tiene 24, es mucho tiempo. Entre comillas te acostumbras. Entre comillas.

-Mireia: Y tienen a London.

-Paqui: Y tengo a London. Pero no, no se lleva muy bien. Pero claro, es su vida, no puedes estar siempre «ay». Yo la veo a ella feliz, haciendo su trabajo, viene cuando puede y la recibimos con los brazos abiertos. Y aprovechamos el tiempo juntos, que es lo importante.

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