Río 2016 | GolfAlbane Valenzuela, la olímpica perfecta

Esta semana hay una jovencita en Río de Janeiro que está cumpliendo todos los sueños que representa el olimpismo tradicional: la unión de las culturas, el esfuerzo por lograr los objetivos deportivos y hacer deporte por amor al arte, sin cobrar por ello. Se trata de Albane Valenzuela, que compite al golf por Suiza pero que atesora un crisol de experiencias nacionales difícil de superar.

Nació hace 18 años en Nueva York fruto del matrimonio del Alberto (mejicano) y Diane (francesa). Un año después ya estaba viviendo en D. F. y ahí empezó a jugar al golf con su progenitor, que fue el número uno del equipo de la universidad de UCLA cuando era colegial. Sin embargo, el padre decidió cambiar el deporte por las finanzas y aceptó un cargo en un banco suizo en Ginebra, adonde acudió con toda su familia y se establecieron definitivamente.

"A los 14 años decidí adoptar la nacionalidad suiza y no me arrempiento en absoluto -comenta la golfista-. Estoy muy orgullosa de llevar esta bandera, aunque no puedo ocultar cuáles son mis raíces. Realmente me siento una ciudadana del mundo".

Albane habla cuatro idiomas a la perfección y ha demostrado que cuando se propone algo, lo consigue. A pesar de llevar puntuando en el ranking mundial solo desde abril, ha hecho todo lo necesario para obtener su plaza olímpica. Superó los cortes en el ANA Inspiration y el Open Estados Unidos y quedó quinta y cuarta en Marruecos y República Checa, respectivamente, en plena lucha contra las profesionales, lo que le dio la plaza para Brasil y la seguridad de tener un buen nivel. "El hecho de que aquí estemos tres aficionadas (Leona Maguire, Tiffany Chan y yo misma) demuestra el buen nivel que existe en nuestra generación -afirma-. Sin ir más lejos, las números uno y dos del mundo (Lydio Ko y Brooke Henderson) tienen 18 y 17 años y la española María Parra ya ha ganado dos veces este año en el LETAS europeo. Creo que las jóvenes podemos competir al mismo nivel que las veteranas y darles mucha guerra", sonríe.

Y la pregunta clave, desde los ojos mercantilizados de la actualidad, es evidente: ¿por qué no se pasa a profesional y empieza a rentabilizar sus éxitos económicamente? "Bueno, no tengo ninguna prisa -aclara- . Acabo de comenzar en esto y quiero cumplir todas las etapas de mi carrera. Después de esta increíble experiencia olímpica quiero vivir también la universitaria y ayudar a Stanford a lograr muchos exitos".