Mundial contrarreloj de Qatar

Castroviejo, bronce al fin

Una década después de la última medalla española, el vizcaíno consigue su objetivo. Tony Martin, campeón por cuarta vez

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Una década después de la última medalla española (Iván Gutiérrez, 2005 en la Casa de Campo de Madrid), Jonathan Castroviejo recuperó el camino del éxito para una modalidad en la que nuestro país disfrutó de gigantes como Miguel Induráin o Abraham Olano, y de eficaces escuderos como Melchor Mauri, Igor González de Galdeano o Iván Gutiérrez. El ciclista vizcaíno conquistó el bronce al fin, después de las negras premoniciones que le empujaban de nuevo hacia el cuarto puesto que lo amargó en el Mundial de Richmond y en los Juegos Olímpicos. En Qatar superó esa barrera. Tony Martin, el Hércules alemán, ganó su cuarto oro e iguala a Fabian Cancellara. Kiryienka, el último campeón, se agenció la plata.

Castroviejo fraguó su éxito en el corazón financiero del mundo, esa amalgama de rascacielos levantados en la arena del desierto de Doha, allí donde el petróleo impone su voluntad.

Cuando ingresó en la ciudad ni siquiera soñaba con la medalla, ya que arrastraba un retraso considerable respecto al joven irlandés Ryan Mullen y a los principales favoritos.

Otra vez sonaba aquello a medalla de chocolate, pero Castroviejo sabía, porque se lo había dicho al seleccionador Mínguez, que ahí empezaba su verdadera contrarreloj. En los cambios de ritmo de las rotondas, en los cruces de las calles que obligan a lanzar la bicicleta, en las curvas intrincadas de la capital qatarí.

Por ahí voló Castroviejo hasta hacer saltar la banca. Hasta ese momento había malvivido por las anchas e insípidas avenidas de ida y vuelta hacia Losail, el circuito de velocidad. Arena y solo arena junto a los monstruos de asfalto que invaden el desierto. Rectas y más rectas, en las que el pequeño cuerpo de Castroviejo no se desenvuelve con la misma facilidad.

No apuntó medalla en el primer punto de cronometraje (km 13) y tampoco en el segundo (km 26). Martin, Kiryienka, Mullen y Dennis se jugaban las chapas, ya que Tom Dumoulin (el que ganó cronos en el Giro y en el Tour) se deshizo como un azucarillo.

En esos últimos 14 kilómetros, Castroviejo emuló a Tony Martin por las rectas de tierra. En Doha extrajo lo mejor de su pedaleo redondo, esa posición de huevo sobre la bici. Aparcó el mal fario que lo persigue. La caída en el Algarve cuando regresaba al hotel y que le fracturó varias vértebras y el cúbito izquierdo, y, sobre todo, los dos cuartos puestos que lo mortificaban (en el último Mundial y en Río).

El adolescente Ryan Mullen (mejor tiempo desde primera hora de la mañana) tuvo que abandonar la silla del trono y permitir a los mejores de la especialidad que asaltasen sus sueños. Martin, oro, Kiryienka, plata, y Castroviejo, al fin bronce.

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