Cádiz CF

CD Tenerife-Cádiz CF (PREVIA) La Segunda avisa, pero no espera

Los de Cervera, obligados a mejorar la imagen con un resultado esperanzador

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Cifuentes, poco antes de subir al autobús.
Cifuentes, poco antes de subir al autobús.

El equipo está en descenso. Es así. Duele, pero es así. El equipo lleva cuatro partidos sin ganar. Con sus tres derrotas. Dos –Oviedo y Rayo– han sido sangrantes y todavía escuecen. Duele, pero es así. El equipo ha mejorado sensiblemente, pero no lo suficiente como para poder ganar al Girona o pasar de ronda ante un Córdoba con suplentes. Duele, pero es así. El ‘hombre 10’, el entrenador milagro, el catequista que obró un milagro en ‘play off’ está contra las cuerdas. Duele, pero sabe Dios que así. Y sí. Una derrota hoy en el Rodríguez López supondría que la cabeza de Álvaro Cervera comenzase a valer lo mismo que la de cualquier gruñón en Juego de Tronos.

O sea, nada. Es una pena. Duele, pero es así.

Pero el crepúsculo de este Cádiz CF puede estar en las Islas Afortunadas, donde siempre lo ha pasado tan mal. No es un campo fácil, como tampoco es un rival sencillo. Todo lo contrario. El encuentro se las trae. Lleva lo suyo. Las alarmas han saltado en el vestuario del Cádiz CF y solo se apagarán si el equipo comienza a lograr cosas para las que parece no estar capacitado. Cervera edificó un milagro, pero pedirle otro resulta exagerado en la categoría de Plata del fútbol español. Pese a ello, el técnico se quiere agarrar al clavo ardiendo que le queda y para eso está intentando a volver a mentalizar a sus hombres de que sin esfuerzo, sin compromiso, sin garra, carácter y pundonor, aquí no hay nada que hacer. Nada de nada. Al menos, hasta que Vizcaíno y Pina no se peguen una vuelta por el mercado de invierno y le metan al equipo un plus de calidad y experiencia en todas y cada unas de sus líneas. En todas.

Porque este Cádiz CF ha comenzado a dudar. Quien lo conozca de verdad, debería saber que aquellos partidos ante Levante, Getafe, Numancia o la primera parte ante el Mirandés eran muy, muy, pero que muy engañosos. Sobre todo ese 3-0 al Getafe que hizo levitar a muchos cadistas que desde hace un mes no han tenido otra que aterrizar. La imagen dada ante el Oviedo y el Rayo es mucho más real que la dada ante el once de Esnáider, que ya no está, por cierto y por algo será.

Una vez asumido que no hay mucha más cera que la que arde y la que debe seguir ardiendo, no queda otra que apretar los dientes e intentar por todos los medios llegar con mucha vida al periodo de fichajes donde Pina debe darle al asunto empaque y categoría. La misma que derrochó, con acierto, en Granada. Porque si algo debe dar tranquilidad al cadista es que si a Pina no se le hundió un Granada en Primera, estaría feo que se le hundiese un Cádiz CF en Segunda.

Pero no hay que ponerse la venda antes de que venga la herida. Y eso tiene que tenerlo muy claro Cervera, que tiene ante sí la empresa de sacar adelante un equipo cogido con alfileres pero que no por esas debe ser inferior a la mayoría de sus rivales. Para ello, debe esforzarse en buscar un once donde el sello del compromiso esté personalizado en todos sus hombres. Por esto mismo, no se entendería una nueva titularidad de Eddy Silvestre, un jugador con una planta de Primera pero que, hoy por hoy, resta más que suma. Pese a ello, pese a que acaba de llegar de jugar con su selección, ha viajado a Tenerife y se teme su inclusión. Cierto es que en cualquier momento puede romper, tan cierto como que hasta el momento solo ha roto las ilusiones de muchos.

El once es tan imprevisible como el resultado que se pueda conseguir hoy. La defensa se mantendrá con Carpio, Sankaré, Aridane y Brian. José Mari y Abdullah se esperan en el centro del campo, donde podría echar un cable Carlos Calvo. Las bandas deben ser para Alvarito y Nico y se desea que Cervera no juegue a pierna cambiada con ninguno. Y arriba, Ortuño, que según las teorías de su entrenador debe estar cerca de marcar. Sus goles se necesitan como el comer porque otra derrota hoy supondría la inmersión en un problema que dejaría a Cervera, el técnico milagro, a un paso de su adiós. Y sería una pena.

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