Leticia Romero, durante un partido de esta temporada
Leticia Romero, durante un partido de esta temporada - Mike Olivella

Españoles en la NCAAEstados Unidos seduce al talento español

Cada vez son más los jóvenes que deciden seguir su formación en una universidad americana en lugar de la cantera nacional

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Tras la medalla de plata conseguida en los Juegos, Leticia Romero regresó orgullosa hace semanas a la universidad, donde estudia y continúa su formación como jugadora de baloncesto al otro lado del Atlántico. «Los primeros días no hacían otra cosa que preguntarme por la medalla y aún hoy hay gente que no para de hablar de ella», señala la jugadora canaria a ABC desde su habitación del campus de Florida State, donde, además de entrenar, ha aprendido a hablar inglés perfectamente y está terminando una licenciatura de Empresariales asociada al deporte.

Como Leticia, en Estados Unidos hay ya más de un centenar de jóvenes jugadores españoles que han preferido cruzar el charco para continuar con su formación en la canasta y compaginarla con una carrera universitaria. Es el caso, por ejemplo, de Rubén Guerrero, que en 2013 decidió dejar la cantera del Unicaja para comenzar la aventura.

«Yo tenía claro que quería jugar y estudiar a la vez y eso en España es muy difícil. Algunos, como Sebas Sáiz -otro de los españoles en la NCAA- me hablaron de cómo les había ido y no me lo pensé», reconoce el andaluz, que actualmente reside en Tampa y juega para los Bulls de la Universidad de South Florida.

Cazatalentos por España

Hace una década, eran menos los españoles que se atrevían con la aventura. Entonces, los propios jugadores tenían que llamar a la puerta de las universidades, pero ese panorama ha cambiado de manera radical gracias a los resultados de la selección absoluta y a las medallas conseguidas por los equipos de formación. Como muestra sirve la imagen que pudo verse el verano pasado en Zaragoza, convertida en epicentro mundial de los ojeadores de las mejores universidades americanas. Una parte importante de la grada del coqueto pabellón «Siglo XXI» fue copada por libretas ávidas de talento que asistían al Mundial sub 17 en busca de jóvenes dispuestos a exportar su calidad. «Las mejores universidades americanas han puesto su vista en nuestros jugadores porque somos la segunda potencia a nivel mundial y porque cada verano logramos grandes resultados», señala Isa Sánchez, miembro del gabinete técnico de la Federación Española.

Rubén Guerrero
Rubén Guerrero

La aventura es ya habitual entre los jugadores españoles, que han abandonado la cantera nacional para crecer bajo el amparo de los programas deportivos de las universidades estadounidenses. La tendencia es cada vez mayor y parece imparable. Los españoles son ya la cuarta nacionalidad más numerosa en la NCAA (la liga de baloncesto universitaria), a la que acuden seducidos por una oferta educativa y deportiva que no encuentran en España. «Aquí te ayudan para que compagines los estudios con el deporte. Tienes tutorías personales, ayuda individual... incluso te cambian un examen y te lo hacen otro día si hace falta. En España eso era impensable. Incluso había profesores que te ponían mala cara si les decías que no podías ir a una clase porque tenías un partido», afirma Guerrero, al que le queda un año para terminar su licenciatura en finanzas.

La transformación física que experimentan los jóvenes que van allí es brutal. Lo confirman sus palabras, pero sobre todo sus cuerpos cuando regresan cada verano para enrolarse en la selección de turno. «Si vienen a buscarlos, es porque técnica y tácticamente ya están muy bien preparados antes de irse. Es un gran trabajo que se hace en los clubes de España y que llama la atención de las universidades americanas», apunta Manolo Aller, otro de los responsables del seguimiento de jugadores de la FEB.

Jugar con España

La crisis ha reducido la oferta de cantera en nuestro país, aunque los que resisten siguen exhibiendo altos estándares de calidad. Aun así, solo los clubes más poderosos mantienen intacta su estructura de formación. El resto trabaja con menos mimbres y muchos jugadores prefieren salir para buscar un futuro mejor lejos de España. Lo que no borra la distancia es el sentimiento de pertenencia a la selección y las ganas de regresar cada verano. «Estar fuera hace que el sentimiento de jugar con la selección sea incluso mayor. Somos una familia y jugar con la camiseta de España es una parte muy importante para nosotros», coinciden ambos jugadores, felices con su elección y por un futuro cerca de casa.

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