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CRÍTICA DE TEATRO

«Los amores oscuros»: una pasión rescatada

El Teatro Español presenta esta obra de Manuel Francisco Reina sobre los últimos amores de García Lorca

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Juan Ramírez de Lucas (Albacete, 1917 - Madrid, 2010), escritor, crítico de arte y coleccionista de piezas populares, fue el último amor de Federico García Lorca, al que inspiró sus hermosísimos «Sonetos del amor oscuro», aunque hay quien opina que el destinatario era en realidad Rafael Rodríguez Rapún, otro amigo íntimo de Federico. Ramírez de Lucas era aún menor de edad –la mayoría legal se alcanzaba entonces a los 21 años– cuando el poeta le propuso que lo acompañara a México en el verano de 1936, pero «el rubio de Albacete», como lo llamaba el granadino, no pudo hacerlo pues necesitaba el permiso de su padre para viajar fuera de España. Lorca decidió quedarse también y la guerra civil lo sorprendió en Granada, donde fue asesinado en agosto de ese año.

«Los amores oscuros» (***)
Autoría y adaptación: Manuel Francisco Reina. Dramaturgia y dirección: Juanma Cifuentes. Escenografía , vestuario e iluminación: Felype de Lima. Intérpretes: Antonio Campos

Ramírez de Lucas guardó celosamente el secreto de esa relación durante toda su vida. Yo lo recuerdo a mediados de los años 80 en la redacción de ABC: alto, elegante, cordial, culto y discreto; alguna vez hablé con él sobre su pasión por el arte popular, que coleccionaba (buena parte de las piezas que logró reunir las legó al Museo Internacional de Arte Popular del Mundo, que tiene su sede en Albacete). Hacía, muy bien, crítica de arquitectura y nadie imaginaba que aquel señor tan distinguido pudiera haber tenido algo que ver con Federico.

Dos años después del fallecimiento del crítico, Manuel Francisco Reina publicó la novela «Los amores oscuros», en la que rescata las huellas de aquella pasión y que ahora ha llevado a escena, con el auxilio en la dramaturgia y la dirección de Juanma Cifuentes. La trama presenta a Ramírez de Lucas ya anciano mientras escoge y embala objetos artísticos para una exposición ayudado por una secretaria; entregado a esta tarea, la aparición de carpetas con recortes de prensa y cartas hace que evoque su llegada a Madrid con 17 años y cómo conoció a García Lorca en el club artístico Anfistora, donde les presentó Pura Ucelay. El poeta, simpático, enamoradizo, seductor y en la cumbre de su popularidad, tenía 36 años. La Argentinita, Margarita Xirgu, el estreno de “Yerma” en 1935… personajes y sucesos se mezclan con la vívida rememoración de la historia amorosa truncada por la guerra. «Yo fui el último amor de Lorca y tal vez la razón de su muerte», recuerda el anciano, acosado por sus recuerdos.

La puesta en escena de Juanma Cifuentes separa los sucesos del presente, que transcurren en el proscenio, de las escenas del pasado, situadas tras una sucesión de lienzos de gasa que definen el espacio escénico concebido por Felype de Lima y multiplican las proyecciones y las sombras en una sugestiva fantasmagoría que parece surgida de las profundidades de un sueño.

Antonio Campos (Juan Ramírez de Lucas), Alejandro Valenciano (García Lorca) y Ángeles Cuerda en el papel de la secretaria son los intérpretes de un espectáculo que contiene momentos hermosos y emocionantes, y cuya delgada consistencia dramática se ve enriquecida por la formidable presencia de Clara Montes, que se transfigura en algunas de las mujeres evocadas e interpreta de manera magistral, acompañada por la poderosa guitarra cómplice de José Luis Montón, varias de las canciones populares recogidas y armonizadas por García Lorca.

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