26 años de aquel «20 de abril del 90» de Celtas Cortos, 25 años de un éxito

De nuevo 20 de abril. De nuevo esa canción. De nuevo Celtas Cortos. Aunque fue en 2015 cuando se cumplieron 15 años de la fecha original, del «20 de abril del 90» cantado hasta la saciedad por los fans -y los que no lo son- de la banda pucelana, en 2016 se cumplen los 25 años del éxito. Fue hace ahora un cuarto de siglo cuando salió al mercado (dentro del disco «Cuéntame un cuento») y se convirtió en un éxito inmediato. Vendieron 300.000 discos, una cifra impensable ahora, y llegaron a lo más alto de todas las listas de éxitos.

«Estaba destinado como trabajador social en un instituto de El Tiemblo (Ávila). En ese año que pase allí extraditado me beneficié de ciertos entornos melancólicos y de ahí salió la canción», recordaba el líder de la formación, Jesús Cifuentes, en una entrevista.

La canción «relata una situación ficticia que posteriormente se ha convertido como quien dice en realidad, una pesadilla», comentaba hace ya seis años. Por aquella época corrió el rumor de que se trataba de una historia real referida al propio autor y unos días de vacaciones con unos amigos.

Se convirtió en el himno de toda una generación, y aún hoy sigue dando alegrías a Celtas Cortos. La banda continúa recorriendo los rincones de la geografía española, y desvelando incógnitas. Hace poco descubrimos el lugar donde se emplaza la misteriosa «Cabaña de Turmo» (¿o era del turco? ¿del turco? Siempre ha habido polémica en esta parte de la letra), un refugio situado en el Valle de Etós, en Benasque (Huesca).

Jesús Cifuentes (voz y guitarras), Carlos Soto (flauta travesera, flautín, mandolina, charango, pito midi, flauta alta, saxo alto, whistle y gaita irlandesa), Nacho Castro (batería), Alberto García (violín y trombón), Óscar García (bajo), Goyo Yeves (saxo y whistle), César Cuenca (guitarra eléctrica, acústica y banjo), Nacho Martín (teclados y acordeón), Fernándo Gómez (teclados) y Luis María Tejada (violín) conforman los inicios y los primeros pasos profesionales de Celtas Cortos, nombre en honor a la popular marca de tabaco sin filtro.

Su germen fue un grupo de alumnos del Instituto Delicias de Valladolid, allá por 1984. Decidieron presentarse a un concurso de una discoteca local con piezas tradicionales bretonas, jigas irlandesas, jotas castellanas y un par de versiones de Gwendal.