Manuel Moreno Alonso en su despacho en la Universidad de Sevilla
Manuel Moreno Alonso en su despacho en la Universidad de Sevilla - JUAN CARLOS RANGEL
Historia

«Marx consideró a Jovellanos “un amigo del pueblo” que intentó “librar de sus cadenas a la sociedad civil”»

Manuel Moreno Alonso publica el libro «Jovellanos. La moderación en política» (Fundación Faes/Gota a Gota)

SEVILLA Actualizado: Guardar
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El catedrático de Historia Contemporánea Manuel Moreno Alonso, gran especialista en personajes relevantes que fueron protagonistas de la España de finales del siglo XVIII y principios del XIX, acaba de publicar el libro «Jovellanos. La moderación en política» (Fundación Faes/Gota a Gota). Se trata de una biografía política sobre uno de los personajes más influyentes en su época.

—Cómo fue su relación con Pablo de Olavide, el cual sufrió incluso una acusación inquisitorial en Sevilla.

—El contacto de Jovellanos con Olavide a través de su famosa tertulia del Alcázar se ha exagerado demasiado, máxime cuando apenas existen documentos que lo acrediten. Por su puesto, debió encandilarse con el personaje, que según un viajero inglés, vivía con «el esplendor de un príncipe».

Pero Olavide pasaba largas temporadas en La Carolina como superintendente de las Nuevas Poblaciones, donde permaneció cinco años casi sin interrupción. Y como se sabe bien, aunque esto se haya minimizado, muchos de los tertulianos iban al celebrado «salón sevillano» a contemplar los encantos de la medio hermana o prima del asistente, Gracia Estefanía Olavide, una hermosa criolla que se convirtió en amor platónico tanto del propio Jovellanos como de algunos de sus compañeros. Después, al final de su estancia en Sevilla, Jovellanos vivió muy de cerca la acusación inquisitorial contra Olavide, mientras algunos amigos del asistente declararon en su contra. El caso de Antonio Capmany, que no tuvo inconveniente en declarar que había favorecido «el vicio de la lujuria» en las Nuevas Poblaciones. Jovellanos, lejos de cometer tamaña bajeza, se limitó a decir en el interrogatorio «que nada sabía». Cuando Olavide regresó a España en 1798, tras su huida a Francia y sus vicisitudes durante la Revolución, el ministro de Gracia y Justicia era Jovellanos. Lo cual dice mucho de su postura ante su injusta persecución.

—¿Cómo fueron los últimos tres años de Jovellanos durante la Guerra de la Independencia?

—En ese período fundamental en la historia de este país, la actuación de Jovellanos fue esencial. La mayor parte de ese período transcurrió en Sevilla, que era entonces la capital de la España libre frente al Madrid napoleónico. Es el segundo período sevillano en la vida de Jovellanos que, sin duda, fue más intenso y trascendental que el primero como ministro de Justicia del Gobierno. En plena revolución, Jovellanos constituyó la esperanza de muchos españoles preocupados por la «libertad civil». En él coincidió una vez más con su amigo, el sevillano Francisco Saavedra, que también fue ministro en el Gobierno de 1798. Sus contactos con el prócer inglés Lord Holland, que pasó en Sevilla la primavera de 1809, fueron muy importantes para su pensamiento y acción. Sobre la extraordinaria actividad desempeñada por él da cumplida cuenta en su «Memoria sobre la Junta Central», su obra más importante, que escribió poco antes de morir de pena.

—¿Qué imagen se tiene de Jovellanos hoy en día?

—Pese a la fascinación que hubo por él en su tiempo y la importancia de su inmensa obra, Jovellanos tuvo la desgracia hasta de ser maltratado por sus comentaristas y editores. Lo que explica que, durante generaciones, aparte de algunos estudiosos entusiastas, no tuviera lectores. De él se hizo el símbolo de las eternas ideologías encontradas, presentándolo unos como revolucionario encubierto y otros como representante de las ideas más reaccionarias. Ni unos ni otros entendieron su espíritu de moderación.

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