Camarasa, ayer, con el libro con el que le obsequió el Ayuntamiento de Barcelona
Camarasa, ayer, con el libro con el que le obsequió el Ayuntamiento de Barcelona - PEP DALMAU

BCNEGRA 2017El comisario Camarasa entrega la placa

El librero y activista cede el mano de BCNegra después de doce años al frente del encuentro de novela negra de Barcelona

El Ayuntamiento de Barcelona le otorgará la Medalla del Mérito Cultural

BARCELONA Actualizado: Guardar
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No lleva placa ni pistola, pero su habilidad para luchar contra los prejuicios asociados a la novela negra y su firmeza a la hora de convertirla en uno de los amarres literarios de la ciudad de Barcelona le han valido el más que merecido título de comisario.

Quizá no haya resuelto ningún crimen, pero ayer consiguió algo mucho más insólito: reunir en una misma sala –y sin que saltaran chispas– a todos los regidores de Cultura que han pasado por el Ayuntamiento de Barcelona en los últimos doce años. Seis políticos de tres partidos diferentes unidos en el elogio a Paco Camarasa, el librero y activista negrocriminal que desde 2005 ha pilotado la nave de BCNegra. «Mira si te queremos que estamos todos aquí», subrayó Ferran Mascarell, responsable de Cultura en el Ayuntamiento cuando el encuentro de novela negra empezó a alzar el vuelo como extensión de un homenaje a Manuel Vázquez Montalbán, quien antes de fallecer inesperadamente en 2003 ya barajaba la idea de un encuentro de detectives de ficción.

Y estaban todos ahí porque, en efecto, Camarasa, el comisario Camarasa, se retira. Entrega la placa y cede el testigo a nuevas generaciones capaces de «añadir matices y dar un nuevo impulso» a BCNegra. «Gente nueva podrá aportar más ideas», relativizó ayer Camarasa, quien a finales de 2015 ya echó el cierre a su librería, ese pozo de sabiduría más oscura que el betún que fue la Negra y Criminal, por el descenso de las ventas y por, paradójico que parezca, también por el éxito de un género que se llevó a los lectores a los grandes centros comerciales, lejos de la ajada y fantasmagórica calle de la Sal.

Su consuelo fue entonces que los trece años de historia del emblemático local de la Barceloneta así como sus más ilustres visitantes quedarían inmortalizados para siempre en «Sangre en los estantes»,gran atlas del crimen literario que vio la luz a finales del año pasado, pero al final la suma acabó siendo demasiado. «Después de cerrar la librería y escribir el libro me encontraba cansado, y a todo esto se le ha sumado un problema de salud», explicó Camarasa mientras sus interlocutores políticos durante estos doce años le retrataban indistintamente como «un tipo salido de una novela de ladrones y serenos», «un prescriptor de género hecho de la misma pasta que Maigret, Carvalho y Montalbano» o un librero que, por encima de todo, «ama el el libro como objeto y concepto». Razones más que suficientes para que el Ayuntamiento haya decidido otorgarle la Medalla al Mérito Cultural.

Así que se va Camarasa, il capo di tutti capi del género negro, y lo hace con los deberes hechos y grandes logros como las visitas de Andrea Camilleri o Henning Mankell o haber conseguido encadenar doce ediciones sin una exhibir una sola pistola en los carteles. «Somos el único festival de novela negra sin alcohol ni armas. Como mucho, una vez salió un cortauñas», ironizó. Entre las asignaturas pendientes, su reticencia a aprender inglés –«con mi nivel comanche no se puede acabar de disfrutar de la presencia de los autores»– y la eterna duda de si hubiese sido una genialidad o una temeridad darle el premio Carvalho a James Ellroy. «Siempre me ha dado un poco miedo imaginármelo en el Saló de Cent», bromeó.

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