Pavo real en una de las pinturas del libro «Aquellas aves de Pompeya»
Pavo real en una de las pinturas del libro «Aquellas aves de Pompeya»
LIBROS

Razones por las que amamos a las aves

Varios libros explican nuestra fascinación por los pájaros desde el punto de vista artístico, científico y filosófico

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En uno de los capítulos de El caminante, del dibujante de manga japonés Jiro Taniguchi, el protagonista se topa en un bosquecillo con un ornitólogo que le invita a observar pequeñas aves con un telescopio. Las viñetas perfectas, sin apenas bocadillos que las disturben, el guión minimalista, la placidez desbordante. Desmintamos el proverbio griego: las cosas hermosas no tienen por qué ser necesariamente difíciles. En la belleza de las cosas pequeñas podemos encontrar el camino de la felicidad. Situémonos en alguno de nuestros amaneceres; si es en el campo, mejor, pero vale la ciudad, pues hay trinos en los parques. Ese momento misterioso en que las aves cantan con mil voces distintas «una música numerosa como el espacio, pero aledaña al día», tal como lo describió Emily Dickinson. Las aves como figurantes de escenas sencillas, en apariencia insignificantes. Como elementos de placer, de libertad, de creatividad.

Varios libros de reciente publicación explican nuestra fascinación por estas criaturas que pueblan el planeta desde hace más de cien millones de años, una de las grandes historias de éxito de la naturaleza. Las 10.400 especies catalogadas (más del doble que mamíferos) son descendientes de los pocos dinosaurios que sobrevivieron al cataclismo que aniquiló a sus parientes. Este origen remoto era desconocido para los antiguos romanos, que plasmaron aves en mosaicos o frescos murales porque eran importantes para ellos: no solo como alimento, sino como objetos de contemplación.

Paseo ornitológico

Karin Faber nos propone un paseo ornitológico por el año 79 d. C. en Aquellas aves de Pompeya (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 2016), guía de espléndida factura en la que fotos de animales reales acompañan a sus representaciones artísticas, con explicaciones de las características de las especies y del rol que tenían en el mundo romano. Un cambio de tercio sobre los elementos decorativos más célebres de la domus pompeyana, de sus termas y lupanares, donde abundan batallas y escenas eróticas. Aves en fresco y en vivo, que intuyeron el enojo del Vesubio, que volaron lejos durante la hecatombe y regresaron cuando las ascuas se enfriaron.

Bichos listos a pesar de la expresión «cabeza de chorlito» para referirnos a los botarates. La desmiente El ingenio de los pájaros (Jennifer Ackerman, Ariel, 2017), una obra didáctica y entretenida para todos los públicos. Explica cómo seres con el cerebro del tamaño de una nuez son capaces de realizar sofisticadas proezas mentales. Seres emprendedores, astutos, de mentes cartográficas, como el cuervo de Nueva Caledonia, el pájaro más inteligente del mundo -los científicos prefieren «cognición» a «inteligencia» para no antropomorfizar comportamientos animales-, capaz de resolver rompecabezas de ocho pasos en dos minutos. O los buitres de Zimbabue que se posaban en alambradas cerca de campos minados a la espera de que gacelas entraran en ellos y detonaran los explosivos; eso les proporcionaba comida preparada hecha papilla.

También en la editorial Ariel, Los pájaros, el arte y la vida (Kyo Maclear, 2017) sugiere una desconexión de la rutina y la reconexión con uno mismo. El libro enlaza con aquel caminante de Taniguchi que llegaba al corazón de las cosas desde pequeñas ambiciones. Como observar (y amar) a los alados proletarios del aire.

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