VIDEOJUEGOS

El mejor videojuego de 2017

«The Legend of Zelda: Breath of the Wild» es un cuadro interactivo repleto de misterios que será recordado durante años

La nueva aventura de Link se sale totalmente de lo acostumbrado
J.M. Sánchez

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Tras unos años a la deriva, Nintendo se ha encontrado a sí misma en el primer año de vida de la consola híbrida Switch. De su catálogo ha destacado por encima de todo un título, « The Legend of Zelda: Breath of the Wild ». Una aventura a la que le sobran las palabras. Porque, de hecho, su protagonista principal, Link, es un ser silencioso. Despierta de un sueño atormentado tras un siglo de letargo y se encuentra en medio del caos.

Al margen de su jugabilidad en la que no existe un patrón fijo que seguir, su mayor logro ha sido romper con las formulaciones y convencionalismos propios de los tradicionales juegos de mundo abierto en donde los jugadores pueden campar a sus anchas , moverse con libertad, aceptar desafíos de todo tipo y, en definitiva, echarse a hombros la narrativa. Esta aventura ha dado un paso más.

Se trata de una obra que ha marcado un punto de inflexión en la industria y será, con toda probabilidad, recordada durante los próximos años. Ha hecho evolucionar el género. Ha abierto, en particular, un nuevo horizonte por el que debe regirse el futuro de la acción interactiva. Porque todo en Zelda encaja a la perfección. No hay sobrantes ni artificios superficiales. Abandona ese planteamiento clásico de los videojuegos en los que hay que completar una lista de la compra para adentrarse en picar el gusanillo del espectador a lo largo de las cincuenta horas de historia .

Su línea argumental está, además, bien definida. Atada a los acontecimientos posteriores. Incluso las actividades secundarias y adicionales forman parte de un todo que viene envuelto en una épica confrontación contra el Mal, encarnado en esta ocasión por la bestia Ganon, al que el jugador debe derrotar como reto final. Sin ir más lejos, desde los primeros compases el jugador conoce el final, enfrentarse a las tinieblas. Pero ese viacrucis se hace con sentido. El personaje vive un periodo de redención, de aprendizaje. De preparación de cara a esa gran batalla que debe librar en última instancia, pero para alcanzar el éxito debe procurarse ir bien equipado. A lo largo del camino, el jugador tiene que luchar contra gigantescos enemigos, cazar bestias salvajes y reunir los ingredientes que necesitará para poder mantenerse a salvo.

El enorme y vasto mundo abierto de Hyrule representa un aspecto diferencial; un lienzo interactivo de texturas artísticas que goza de mucha personalidad y que está repleto de misterios a descubrir. La mayoría de los elementos están ubicados en un determinado lugar por alguna razón . Todo permanece interconectado, sin fisuras dramáticas. Dada la ausencia de marcas evidentes y guías señaladas de antemano, el juego se sostiene mediante pistas muy satisfactorias que, por extensión, trata con madurez al espectador. Y, pese a las dificultades, el rico universo en el que participa el joven hyliano es justo, gratificante. Una verdadera obra maestra que desafía el tiempo. Chapó.

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