«La caza del carualo», viaje al corazón del disparate
Lewis Carroll no sólo creó a Alicia; también inventó las sorprendentes criaturas de «La caza del carualo»
Actualizado: GuardarUn pueblo tan cultivado y de etiqueta tan rígida como el británico ha sido capaz de alternar las técnicas más depuradas de la esclerosis protocolaria con el ejercicio, al menos en literatura, del disparate más audaz y libertario: ahí están los «nonsense poems» de autores como Edward Lear, Mervyn Peake o Edward Gorey para corroborarlo. La «nonsense poetry» hunde sus raíces en las «nursery rhymes» de toda la vida, esas canciones absurdas de rima fácil y contenido delirante que han hecho las delicias de los niños y niñas de todas las épocas y que tienen un altar en la devoción anglosajona, aunque existan, en mayor o menor medida, en todos los países de Europa.
El reverendo Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898), más conocido por su pseudónimo de Lewis Carroll, repartió su existencia entre las matemáticas, la escritura infantil y juvenil y la fotografía.
Como narrador, nos dejó esos monumentos de la imaginación que son «Alicia en el país de las maravillas» y «Alicia a través del espejo», al borde siempre de la estética del «nonsense».
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