El arquitecto frente a la maqueta del proyecto afectdo
El arquitecto frente a la maqueta del proyecto afectdo - ABC

Filtraciones en el proyecto de Calatrava para el World Trade Center en Nueva York

El agua es el último problema del intercambiador del arquitecto español en el nuevo World Trade Center, un proyecto espectacular lastrado con sobrecostes y retrasos

CORRESPONSAL EN NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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El agua es el último quebradero de cabeza para Santiago Calatrava y su proyecto más importante –y polémico– en Nueva York. El intercambiador de transportes del nuevo World Trade Center, una de las joyas de la reconstrucción de la Zona Cero tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, sufre goteras, según ha publicado «The New York Times».

El problema es uno de los factores que ha retrasado la apertura del Westfield World Trade Center, un centro comercial gigantesco subterráneo, que, según el calendario con el que contaban los más de cien establecimientos van a formar parte de él, debería estar ya en funcionamiento.

El centro comercial, que se define como «el destino comercial más completo de Nueva York, el punto de referencia para el comercio en todo el mundo», no tendrá sus puertas abiertas para la temporada de compras más intensa del año, la de los meses de noviembre y diciembre, cuando los estadounidenses vacían sus carteras en las rebajas de Acción de Gracias y en las festividades de fin de año.

La guinda del pastel del intercambiador, su espectacular cúpula acristalada, bautizada como «Oculus», es solo el remate de un enorme espacio interior, excavado en las tripas de los rascacielos y el parque que lo rodean, y que conectan el metro y el tren de cercanías con más de cien establecimientos.

El problema, según el rotativo neoyorquino, viene de las obras que se ejecutan en una torre colindante, el World Trade Center 3. El espacio público que rodea el «Oculus» y que lo separa del resto de edificios es a la vez la azotea del centro comercial subterráneo. En las obras de ese rascacielos vecino se está utilizando agua para combatir el polvo que deja el corte de placas de cemento, y, al parecer, el líquido se ha filtrado a algunas de las zonas del intercambiador.

Cuatro espacios afectados

El pasado martes, el director de las obras en el Word Trade Center para la Autoridad Portuaria de Nueva York reconoció el problema y detalló la situación: «El goteo se ha reducido considerablemente, hemos hecho progresos significativos. Varios espacios ya están secos».

La gotera ha afectado a cuatro espacios comerciales, de los más de cien que operarán en el centro comercial cuando todo esté listo. Westfield, sin embargo, no quiere ocupar los espacios hasta que las condiciones del intercambiador sean irreprochables. Algunos de los establecimientos que han contratado su presencia en el centro comercial, como el local de comida italiana Eataly, ya han empezado sus obras para estar listos para la apertura lo antes posible.

Antecedentes

En 2013, Westfield y la Autoridad Portuaria anunciaron que el centro comercial se abriría este año. En agosto, ya reconoció que la apertura no sería posible hasta la primera mitad de 2016. Es imposible no acordarse de otros problemas de goteras sufridos por proyectos emblemáticos de Calatrava. En 2013, se conocieron las filtraciones de agua en el Hemisfèric, uno de los edificios de la polémica Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, cuyo diseño guarda similitudes con el «Oculus». «Casi todos los edificios de la Ciudad de las Artes y las Ciencias tienen goteras, y es un vergüenza teniendo en cuenta la millonada que nos han costado las obras de Calatrava», dijo entonces el portavoz adjunto de Esquerra Unida en las Cortes Valencianas.

También sufrió el mismo mal el edificio de las Bodegas Domecq, propiedad de la bodega Ysios de Laguardia, en la Rioja alavesa. La espectacular cubierta sufrió goteras y humedades, y en 2013 la bodega demandó a Calatrava y a los constructores para que asumieran el coste de dos millones de euros de su reparación.

En Nueva York, la cubierta del intercambiador –que recuerda un ave iniciando el vuelo, un ojo con pestañas exageradas o el costillar de un dinosaurio, según quien lo mire– ha despertado admiración por su diseño, pero también indignación por su coste y por los retrasos.

La reconstrucción de la Zona Cero ha sido muy lenta, pero mientras que algunos edificios ya han visto la luz –el memorial y el museo del 11S, el One World Trade Center o el rascacielos del japonés Fuhimiko Maki– el intercambiador todavía se hace esperar. Se anunció en 2004 con un coste máximo de 2.000 millones de dólares y con la ejecución prevista para 2008. Once años después, su apertura ha sufrido un nuevo retraso y su presupuesto se ha duplicado (se estima entre los 3.700 y los 4.000 millones de dólares). En una ciudad donde el sistema de transporte público está colonizado por las ratas y dominado por los retrasos y los cortes de servicio, ese precio es impopular. Y las goteras solo acentuarán el enfado.

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