Diaghilev, por León Baks
Diaghilev, por León Baks - ABC

Sergei Diaghilev, el hombre que quitó el tutú a los bailarines de ballet

Hace 145 años nació, en la Rusia de los zares, este empresario que estudió derecho que creó una de las compañías de danzaque cambió la forma de entender esta disciplina: los Ballets Rusos

Madrid Actualizado: Guardar
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La historia de Sergei Diaghilev es la de un hombre que revolucionó el mundo de la danza. Nacido en una familia acomodada, Diaghilev llegó al mundo en 1872, hace 145 años, en la Rusia de los zares, y aunque su camino parecía estar ligado al mundo de las leyes fue el arte lo que le hizo entrar en la Historia.

Interesado en la música y la pintura, Sergei Diaghilev comenzó a organizar exposiciones siendo muy joven a pesar de haber estudiado Derecho. En 1906, su particular visión del arte de la Rusia de la época llego hasta el Petit Paais de París, que acogió una distinguida muestra de artistas rusos. Esta fue la primera de sus incursiones en la ruta cultural parisina

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Tan solo un año después, en 1907, organizó conciertos de música rusa en la capital y en 1908 llegó su primera obra en la Ópera de París. Fue la historia del zar Borís Godunoz, una de las óperas más famosas que cuenta su vida, la que le consagró e hizo que recibiera una invitación para la siguiente temporada.

Ese fue el inicio de los Ballets Rusos, la compañía con la que Diaghilev revolucionó el mundo de la danza. Una compañía que aunaba danza, música, drama y arte. En ella participaron los mejores bailarines y artistas rusos de la historia, como Anna Pavlova y Vaslav Nijinsky, y, bajo la dirección de Sergei Diaghilev, revolucionaron durante más de veinte años los escenarios del mundo.

Una de sus óperas más reconocidas es «Schérézade», que en 1910 supuso una ruptura con lo más clásico. El cambio de vestuario de los bailarines, que por primera vez dejaron de lado los tutús para lucir pantalones diseñados por Léon Baks, fue la primera de sus muchas revoluciones. La imaginación de Sergei Diaghilev no tuvo límites y en el diseño sus obras llegó a colaborar Picasso, quien fue el encargado de crear la escenografía y el vesturio de «La consagración de la primavera» (1913) y «Pulcinella» (1920). Esta no fue su única relación otras ramas del arte: Matisse y André Derain también colaboraron con él. Además, Diaghilev, que buscaba la excelencia en sus montajes, recurrió en varias ocasiones a músicos como Stravinsky, Ravel o Debussy para montar sus óperas.

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