Editorial

A buenas horas llega el control

El anuncio de la Junta se produce demasiado tarde y en absoluto la exonera de sus responsabilidades

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Durante años, centenares de empresas de toda Andalucía han estado recibiendo ayudas para formar a trabajadores. Unas ayudas que otorgaba la Junta de Andalucía sin ningún tipo de control. De algún modo había que mantener la 'paz social' y, sobre todo, un nicho de votos. Y la mejor forma era regalar el dinero público. Lógicamente, ante esta tesitura, surgieron otros tantos defraudadores que agarraron el dinero y nunca realizaron los cursos. O lo hicieron pero con un coste mucho menor a la subvención recibida. Entre ellos, el exconsejero Ángel Ojeda, quien conocía todos los entresijos del aparato burocrático del gobierno andaluz y lo tuvo muy fácil para estafar millones de euros.

Ahora, después de años de descontrol, y sólo tras verse implicada de lleno la propia Junta de Andalucía en el escándalo a causa de la investigación policial, el consejero Luciano Alonso anuncia que se va a modificar la legislación para evitar nuevos abusos.

Si no fuera por la gravedad de los hechos, su anuncio sería para tomárselo a risa. ¿Acaso creen los responsables que con eso ya está todo solucionado? ¿Ni siquiera van a abrir un proceso para recuperar hasta el último euro defraudado? Y por supuesto, nadie va a tener el menor atisbo de dignidad para presentar su dimisión después de no dejar el menor atisbo de duda de que no está capacitado para dirigir una comunidad autónoma absolutamente ahogada en el desempleo y la corrupción.

Andalucía no merece unos dirigentes que, bien por incapacidad, bien por connivencia con los estafadores, están llevándola a unos límites que empiezan a rayar ya con el subdesarrollo.