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Gibraltar y la UE

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Recientemente la Comisión Europea nos ha vuelto a dar una de cal y otra de arena en nuestros contenciosos con Gibraltar. Por un lado y, ante las denuncias españolas por los riesgos de vertidos en el suministro de combustible de las gasolineras flotantes, por los rellenos para ganar terreno al mar en una zona protegida incluida en un Lugar de Importancia Comunitaria del Estrecho Oriental o por la incidencia sobre la pesca de los lanzamientos de bloques de hormigón, el Director General comunitario de Medio Ambiente se descolgó afirmando que su departamento no había identificado ninguna infracción medioambiental por parte de las autoridades gibraltareñas. Al margen de que presentemos nuevas alegaciones, o de acudir directamente a los tribunales, habría que pedirle al alto cargo comunitario de Medio Ambiente que proteja el entorno que respiran los monos del Peñón; los pobres deben tener ya síndrome nicotínico con las cantidades de tabaco que circulan por la colonia. Porque, al tiempo que se producían esas declaraciones, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude instaba a que se iniciasen diligencias judiciales, indicando que hay motivos suficientes para creer que en Gibraltar se estén cometiendo delitos de contrabando de tabaco y de blanqueo que afectan a los intereses de la UE. Ambas cosas eran ya bien conocidas por estos lares. Al fin y al cabo no deja de ser llamativo que en Gibraltar, con apenas 30.000 habitantes, no se tenga claro el número de sociedades existentes. Unas 18.000 según los gibraltareños, alrededor de 24.000 para la OCDE, hasta 30.000 para las autoridades tributarias y cerca de 80.000 según otras fuentes. En cualquier caso, muchas de ellas titulares de miles de inmuebles a este lado de la verja pero que tributan en el otro. Al fin y al cabo el Producto Interior Bruto de la colonia británica se reparte entre el tabaco, los servicios financieros y el juego on line. Este último es un negocio de lo más rentable ya que mientras los casinos en Inglaterra tributan al 15%, en Gibraltar lo hacen al 1%; ya podemos imaginar lo contentos que se pusieron cuando, en el 2006, España triplicó graciosamente las líneas telefónicas gibraltareñas cuyos cables discurren bajo La Línea.