Economia

África prefiere inversores antes que donantes

Desde Nacala en Mozambique hasta la República de Mauricio, nuevos mercados se abren en el continente Potenciar el turismo y los servicios resulta clave frente a la caridad en la que insisten las organizaciones internacionales

NAIROBI. Actualizado: Guardar
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A Awoowe Hosh la sonrisa del éxito le recorre la cara de oreja a oreja. En 1991, este somalí recorrió los más de mil kilómetros que separan la capital de Somalia, Mogadiscio, y la de Kenia, Nairobi, para montar su negocio: una simple empresa de exportación de electrodomésticos. Con 500 euros de presupuesto iniciales, en apenas dos décadas el negocio de Hosh ha pasado a contar con una treintena de trabajadores y varios establecimientos desperdigados por el país. «En África, lo más importante es estar en el lugar adecuado en el momento justo. Hace décadas eran unos países, ahora son otros», asevera.

Según un reciente informe del Banco Mundial ('Doing Business 2014: Understanding Regulations for Small and Medium-Size Enterprises'), República de Mauricio, Ruanda, Sudáfrica, Botsuana y Ghana son los cinco mejores países del África subsahariana para hacer negocios. En el estudio se analizan distintas variables, desde la forma de obtener electricidad (Mauricio es la primera en este ámbito) hasta la protección de los inversores (Sudáfrica) o las mayores facilidades para crear una empresa, registrar propiedades u obtener un crédito (Ruanda).

Sobre el papel, la situación de este último país es paradójica. En un Estado diminuto (a estándares continentales) aunque con la mayor densidad de población del África subsahariana, y buena parte de los ruandeses (73%) siguen subsistiendo de la agricultura. De igual modo, la carencia de recursos naturales en sus fronteras y la ausencia de salida al mar, a priori, no ofrecen demasiadas garantías de supervivencia.

No obstante, la fórmula parecía clara desde el fin del genocidio de 1994: inversores en lugar de donantes. Potenciar el sector del turismo y los servicios para no esperar la caridad internacional. Es el mantra al que se agarra en los últimos tiempos la economía africana. En otro estudio similar, la empresa de logística DHL identificaba las zonas urbanas de mayor crecimiento en el continente y ponía de relieve las oportunidades disponibles en ellas.

Por ejemplo, Nacala, en la costa norte de Mozambique. Es una región que cuenta con algunos de los yacimientos de carbón más ricos del mundo y que, en los últimos años, ha atraído a la zona a empresas mineras como la estadounidense Rio Tinto, la tercera del mundo. Otra posibilidad es Mbarara, al oeste de Uganda, justo en el centro del corredor ganadero del país y el centro lácteo de la región. También está Ouagadougou, capital de Burkina Faso, que ha experimentado una robusta expansión económica, impulsada por sectores como la agricultura y las telecomunicaciones.

También, por último, a Pointe-Noire, segunda ciudad de la República del Congo tras la capital, Brazzaville. Es uno de los principales centros de crudo de la región, con potencial para la creación de hoteles, vivienda y servicios de apoyo empresarial. Destaca, además, Solwezi, al noroeste de Zambia, alimentada por la minería de cobre y níquel.

Otras oportunidades de inversión son aún más curiosas. El 18 de mayo de 1991, la región de Somalilandia se independizaba de forma unilateral de la metrópolis Somalia tras la caída del dictador Siad Barre. Desde entonces, este país 'de facto' -situado al norte y de tamaño similar a Grecia- goza de total autonomía. Ambos tienen distintos presidentes, capitales, monedas y visados, pese a no estar reconocido por la comunidad internacional.

Multinacionales y emigrantes

Las cifras hablan por sí mismas: piratería marítima en descenso, escasa violencia religiosa y, más importante aún, economía en desarrollo. Ya en 2012, la compañía de refrescos estadounidense Coca Cola inauguraba una planta embotelladora que produce 11.000 unidades por hora, gracias a una inversión cercana a los 17 millones de dólares.

No es un caso único. Solo un año antes de que el país se sumergiera en el negocio de las bebidas carbonatadas, el magnate Mohamed Aw Said ponía en marcha la operadora Somcable. Esta compañía sería contratada después por el Gobierno local para mejorar de forma drástica las telecomunicaciones estatales. Y es que no todo es hambre y miseria en el Cuerno de África. Hoy se estima que la población actual de Somalia se aproxima a los 10 millones de personas (3,5 millones en Somaliland), mientras un millón y medio residen en el extranjero.

La mayor parte de este éxodo se ha producido durante los últimos 20 años, en coincidencia con la desintegración prolongada del Estado. Eso sí, a diferencia de las grandes migraciones europeas del siglo XIX, la diáspora somalí mantiene una relación directa con la madre patria. Cada año envía cerca de 1.200 millones de dólares hacía su Estado de origen, más que la ayuda humanitaria que recibe desde el extranjero.

Algunas corporaciones comienzan a canalizar esta inversión. Desde 2007, la organización The One Earth Future ofrece asesoramiento a inversores bajo el lema de «paz a través de buen gobierno». ¿Y en el horizonte? Muchas miradas apuntan a la cuenca del Este de África, una de las regiones petrolíferas más inexploradas y con mayores oportunidades de negocio también para países 'inexistentes'.