ESPAÑA

El visitante inoportuno

España se enfrenta a la disyuntiva de condenar el régimen de Teodoro Obiang o hacer negocios con él

MADRID. Actualizado: Guardar
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Tan incómodo e inoportuno como una visita en el desayuno. Con estas palabras, más o menos, resumió un miembro del Gobierno la presencia del dictador guineano en el funeral por Adolfo Suárez y su intervención en el Instituto Cervantes de Bruselas. La súbita y poco explicable filia por España del presidente de la excolonia colocó en un brete al Rey y a Mariano Rajoy que solventaron de mala manera. Impidieron que quedara testimonio gráfico del cruce de saludos en la catedral de la Almudena y el jefe del Ejecutivo limitó la entrevista pedida por Obiang en Bruselas, donde coincidieron esta semana en la cumbre Unión Europea-África, a un encuentro de pasillo, lejos de cámaras y testigos. La Zarzuela por su parte se desmarcó del envenenado agradecimiento al Rey por sus gestiones para que participara en ambos actos.

Pero esta sucesión de embarazosas situaciones permitió que aflorara el doble discurso de las relaciones internacionales porque detrás de la condena al régimen dictatorial de Malabo y a las violaciones de los derechos humanos se mueven pingües contratos y se negocian suculentos proyectos.

¿Qué hace aquí Obiang? Se preguntaban altos cargos del Ministerio de Asuntos Exteriores antes del oficio religioso por el expresidente. Recordaban que si bien es cierto que España, gobernada por Suárez, fue uno de los primeros países en reconocer a su régimen tras el golpe de Estado que protagonizó en 1979 para derrocar al anterior dictador, Francisco Macías, las relaciones nunca han sido buenas. En 1992, Obiang impidió la entrada en su país al expresidente cuando fue enviado por Felipe González para fortalecer lazos con la oposición e impulsar una transición democrática. Su visita a España en 2006 se saldó con un monumental enfado del dictador africano al no poder visitar el Congreso por la negativa de varios grupos parlamentarios a recibirle en la sede legislativa. Dos años después, Obiang se tomó la revancha al negar el visado a varios periodistas que informar de unas elecciones en Guinea Ecuatorial.

Petróleo e infraestructuras

Dicen que el Obiang se siente español, estudió en la Academia Militar de Zaragoza y se licenció en derecho por la UNED, pero su vinculación al mundo hispano es apenas formal pese a que Guinea Ecuatorial, el decimocuarto país más corrupto del mundo, según Transparencia Internacional, es la única excolonia africana de habla castellana. De hecho, el francés lleva camino de imponerse entre sus conciudadanos, no en vano el país es un islote rodeado de estados francófonos. Obiang, además, ha solicitado el ingreso en la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa con la excusa de que en la isla de Annobón se utiliza una lengua lusa. En la Comunidad Iberoamericana, Guinea Ecuatorial apenas tiene el rango de observador.

Lo cierto es que, al margen de consideraciones políticas, Guinea Ecuatorial es un caladero donde España, volcada en la estrategia de diplomacia económica puesta en marcha por el ministro García-Margallo, quiere pescar. Esto, a pesar de las dudas que existen en algunos ámbitos petroleros acerca del alcance de las reservas de crudo de las que dispone el que hoy por hoy es el tercer productor del África subsahariana, solo por detrás de Nigeria y Angola. Malabo asegura que, una vez consolidada la explotación de los pozos en su fondo marino, ya ha hallado nuevos yacimientos en tierra firme. Y para este negocio desde el Gobierno ecuatoguineano se declara que no se dejarán conducir mansamente por Estados Unidos, como ocurrió en la década de los noventa.

El continuo chorro de dinero procedente del petróleo ha permitido a Obiang lanzar un ambicioso plan de infraestructuras en un estado carente hasta ahora de un mínimo que se pudiera calificar como tal. A principios de 2014, el Fondo Monetario Internacional destacó a Guinea Ecuatorial como uno de los países que más fondos destaca a este objetivo, que incluye la construcción de una nueva capital en la zona continental del país. En juego está una gran tarta de la que empresas españolas de la construcción esperan llevarse una porción significativa. Fuentes guineanas sostienen que serían muy bien recibidas y defienden que los tratados de doble imposición firmados con España son garantía de que sus inversiones serán respetadas.

Las empresas españolas pueden beneficiarse, además, de las malas relaciones entre la excolonia y Francia. Hasta ahora París ha sido uno de los grandes socios comerciales del Gobierno de Obiang. No obstante, esta situación ha dado un giro de 180 grados después de que la Justicia gala acusase al hijo del mandatario, Teodoro Nguema Obiang Mangue, 'Teodorín', de blanqueamiento de capitales y desvío de fondos públicos.