Mandela eligió a un compañero de prisión para leer el testamento. :: M. HUTCHINGS / REUTERS
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La familia Mandela descubre la elegancia

La emoción de hijas y nietos preside la lectura del testamento frente a anteriores y públicas disputasEl líder fallecido lega unos 3 millones de euros a treinta familiares, su partido, colaboradores muy cercanos y varios centros educativos

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La emoción los embargó a todos, a los treinta hijos, nietos y biznietos presentes durante la lectura del testamento de Nelson Mandela, llevada a cabo ayer en Johannesburgo. La elección del vicepresidente del Tribunal Superior, Dikgang Moseneke, para dar cuenta del reparto de bienes estuvo en consonancia con la dimensión política del fallecido, pero también constituyó un tributo a su lucha porque el magistrado, como Madiba, sufrió reclusión en la infausta Robben Island durante el régimen del 'apartheid'. Sin embargo, el montante de la fortuna del líder, unos 46 millones de rands (unos 3 millones de euros), se antoja modesto para los estándares de la elite africana, clienta predilecta de los bancos europeos, norteamericanos y caribeños.

Esa limitada importancia, el acuerdo interno y la certeza de que buena parte de esos fondos tendrían fines benéficos también pueden explicar que la congoja no cediera su lugar a las agrias disputas familiares, ya habituales durante el largo periodo de agonía del padre de la patria sudafricana. Sin duda, el hecho de que la mozambiqueña Graça Machel, la tercera de sus esposas, renuncie a la mitad de la herencia, el porcentaje al que tendría derecho por haber contraído nupcias en régimen de gananciales, ha favorecido asimismo la concordia entre sus deudos y el desconsuelo sin crispación ante la exposición de las últimas voluntades. Las informaciones apuntan a que se ha pactado que la viuda, de espíritu conciliador y pragmático, recibirá bienes inmobiliarios en Mozambique, su tierra natal, junto a otros activos. Winnie, la segunda, ha quedado fuera del reparto, al igual que desapareció de la vida de su exesposo cuando éste conoció su conflictiva actuación mientras él se encontraba preso.

El reparto de los bienes de Mandela constituye un recorrido por los hitos de su vida, los motivos de una larga lucha y de los valores que ha preconizado dentro y fuera de las diversas celdas en las que fue recluido. Los fondos se han distribuido en tres fideicomisos que favorecen, en un gesto simbólico, a un amplio número de beneficiarios, desde los más cercanos al pueblo, en el más amplio sentido. Su generosidad incluye legados de unos 3.000 euros para sus asistentes Zelda La Grange y el cocinero Xoliswa Ndoyiya.

No ha olvidado a la familia, que recibirá la mitad de la fortuna. Sus hijos y parte de sus nietos recibirán algo más de 200.000 euros y la residencia de Johannesburgo, situada en la zona más acomodada, ha sido destinada al disfrute de los descendientes de Makgatho, su hijo mayor fallecido. Pero destaca la concesión de legados a las universidades de Fort Hare y Witwatersrand, donde adquirió el título de abogado. Se acuerda también de la escuela secundaria de Qunu, la población que asocia a su gozosa infancia, y de un liceo de Soweto, el suburbio que ejemplifica su larga lucha contra la explotación de la mayoría negra. Esta predilección por la educación evidencia su apuesta por la formación como herramienta pacífica para romper los abismos entre étnias.

Para la reconciliación

El resto de las posesiones incluye dos viviendas en Qunu y Ciudad del Cabo, adscritas al fondo familiar, y los derechos de explotación de su imagen, junto a los provenientes de su condición de autor. El Congreso Nacional Africano recibirá entre el 10% y el 30% de sus ingresos como autor, como los generados por la autobiografía 'El largo camino a la libertad', con la obligación de destinarlos a políticas de reconciliación.

Los derechos intangibles y las promesas de ingentes beneficios derivados de la explotación de su memoria constituyen los mayores riesgos de convertir, a medio plazo, el consensuado duelo familiar en gigantesca trifulca doméstica. Más allá de algunas mezquindades, como la que llevó a la hija mayor Makaziwe a cambiar la cerradura de la vivienda rural de Qunu para evitar que pudiera acceder su nieto mayor Mandla, el heredero en sus atribuciones tribales, lo cierto es que los principales desencuentros han venido motivados por el destino final de los restos mortales de Madiba.

El pasado julio, el previsor Mandla trasladó las sepulturas de los tres hijos fallecidos del político desde la mencionada Qunu a Mvevo, localidad donde ejerce una autoridad tradicional. Aquello se interpretó como una maniobra de presión para favorecer este lugar como postrera morada de Mandela y, en consecuencia, destino de la masiva y productiva peregrinación que ha de generar su tumba. El descontento de los suyos desembocó en un pleito y sólo la resolución contraria del Tribunal Superior doblegó la voluntad del ambicioso descendiente, que hubo de devolver las tumbas a su emplazamiento original.