Una madre guía los pasos de su niña mientras pasean por un puente peatonal de la ciudad de Pekín. :: WANG ZHAO / AFP
MUNDO

Abandone aquí a su bebé

Varias ciudades chinas establecen casetas para que las madres puedan depositar a sus hijos no deseados

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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A primera vista parece un kiosco cualquiera. Es una pequeña caseta situada en una anodina esquina de la ciudad y pasa desapercibida. No obstante, una mirada más detenida proporciona más detalles sobre su extraordinaria utilidad. En lo alto de la fachada aparece un corazón, en cuyo interior se recortan las siluetas de un adulto y un bebé, bajo el que se lee 'Espacio seguro para bebés'. Las ventanas de la pequeña construcción están decoradas con fotografías de recién nacidos sonrientes, y quien pegue la nariz al cristal descubrirá que el interior rosáceo guarda una incubadora y material de primeros auxilios. Es uno de los puntos de recogida para bebés no deseados que China ha comenzado a instalar en sus ciudades.

Media docena ya están operativos, y varios gobiernos municipales tienen intención de adoptar pronto este sistema que permite a los progenitores de bebés no deseados abandonarlos sin temor a sufrir consecuencias penales. Su funcionamiento es sencillo: sólo es necesario depositar al recién nacido en la cuna acolchada de la que dispone la caseta, a la que se accede por una trampilla abierta las 24 horas, y apretar un botón que dispara una alarma al cabo de unos minutos, tiempo suficiente para que los padres puedan desaparecer. A diferencia de lo que sucede en casi todos los lugares públicos del gigante asiático, estos peculiares kioscos no tienen cámaras de videovigilancia para proteger la identidad de quienes lo utilicen.

El sistema no es exclusivo de China, y se utiliza en países tan diferentes como Alemania o Pakistán. Pero, sin duda, en el país de Mao resulta un proyecto controvertido que muchos critican por considerarlo una invitación a deshacerse de la responsabilidad inherente a padres y madres. Sin embargo, las autoridades lo justifican al asegurar que se trata de una medida para combatir el creciente número de infanticidios que se da entre adolescentes y mujeres emigrantes. De hecho, un estudio llevado a cabo en 2011 en la provincia sureña de Guangdong, uno de los principales centros manufactureros del gigante asiático, concluyó que la mitad de las jóvenes emigrantes empleadas en las fábricas mantenía relaciones sexuales prematrimoniales, y que la mitad de ellas se había quedado embarazada en algún momento sin desearlo.

Teniendo en cuenta que en China es ilegal tener un hijo fuera del matrimonio, y que la mayoría no cuenta ni con los recursos económicos ni con el tiempo necesario para cuidarlos, la mayoría de estas mujeres desea deshacerse del bebé. Muchas abortan, pero otras dan a luz. Demasiados de esos bebés son asesinados nada más nacer o abandonados a su suerte en cualquier parte. Sólo en la ciudad de Shenzhen, una megalópolis que emplea a cinco millones de mujeres emigrantes y que acaba de instalar su primer punto de recogida, cada año se encuentra un centenar de bebés abandonados. Y sólo en el barrio de Baoan de esa ciudad, una decena solteras de entre 16 y 23 años han sido condenadas por infanticidio desde 2009.

Como el país protagoniza la mayor migración interna de la historia es evidente que el problema adquiere dimensiones colosales. No en vano, según estimaciones de 2012, unos 570.000 niños son abandonados cada año en China. Pero sólo una sexta parte acaba recibiendo cuidado en orfanatos. El resto es pasto de mafias que comercian con ellos como mano de obra barata o con fines sexuales, un problema creciente que las autoridades esperan amortiguar con las casetas de recogida de bebés.

Política de natalidad

En ciudades como Shijiazhuang, capital de la provincia norteña de Hebei, que no son receptoras de un gran número de emigrantes rurales, el problema suele ser otro: «Muchos de los niños abandonados sufren deformaciones o enfermedades mentales graves», explica el responsable del proyecto en esa ciudad, Han Jinhong. «Antes, la mayoría moría debido a las extremas temperaturas o por el ataque de animales, pero ahora muchos son depositados en nuestras instalaciones y sobreviven. También hay quienes prefieren un niño varón y se desentienden de las niñas».

Teóricamente, ese último punto será resuelto pronto gracias a la reforma de la política de natalidad anunciada en el XIII Plenario del Partido Comunista. Poco a poco, los diferentes gobiernos regionales irán aprobando la excepción que permitirá a los chinos tener dos descendientes si uno de los progenitores es hijo único -hasta ahora tenían que serlo ambos-. Eso, aseguran los dirigentes, ayudará a limar el desequilibrio existente entre el número de hombres y de mujeres -nacen 116 varones por cada 100 mujeres-, y detener el progresivo envejecimiento de la población. Y, como apunta Han, «para los más débiles las casetas de recogida pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte».

son abandonados cada año en China, según cálculos de 2012. Sólo la sexta parte recibe atención en orfanatos.