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Último disparo de Mijaíl Kaláshnikov

Considerado un héroe de la URSS, el inventor del fusil de asalto AK-47 falleció ayer a los 94 años

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Fue el inventor, hace 66 años, de la que todavía hoy es el arma más utilizada del mundo. Mijaíl Kaláshnikov, inventor del fusil de asalto AK-47, murió ayer a los 94 años en un hospital de la república rusa de Udmurtia. Kaláshnikov permanecía ingresado desde el 17 de noviembre. El nombre de este general ya retirado ha pasado a la historia ligado a la silueta del popular rifle automático, que aparece en la bandera de Mozambique, en los sellos de Burkina Fasso, en los graffitis de Belfast y en las octavillas de Hezbolá. Tras el final de la II Guerra Mundial, prácticamente no ha habido un sólo conflicto armado en el que no haya sido utilizado, incluyendo Irak, Afganistán, Líbano y ahora en Siria.

Este militar ruso, que lucía dos estrellas de oro de Héroe de la Unión Soviética, la máxima condecoración en la URSS y en la Rusia actual, siempre dijo que su verdadera vocación era diseñar «maquinaria agrícola», pero la invasión nazi desvió su atención a las armas. El AK es el mejor fusil del mundo, no sólo por su ligereza, alcance, rapidez (600 balas por minuto) y buen precio (unos 200 euros), sino también porque dispara después de haber estado sumergido en agua, barro o arena. Se compone de tan sólo nueve piezas y se han hecho ya más de cien millones de unidades. De su equivalente estadounidense, el M-16, sólo se han producido algo más de catorce millones.

A Kaláshnikov, le surgió la idea de hacer un rifle así en 1941. Sus compañeros no pudieron defenderse de un ataque nazi porque las ametralladoras que portaban quedaron inservibles al enfangarse mientras vadeaban un río. «Juré sobre sus cadáveres que construiría un arma simple y resistente», recordaba hace unos años el famoso general. Kaláshnikov dedicó toda la vida a perfeccionar su obra. Desde su primer AK-47 hasta los supermodernos AK-101, 102, 103, 104 y 105. El Ejército soviético fue equipado con el sorprendente rifle automático desde 1949. Hoy lo emplean las fuerzas armadas de 50 países.

A finales de octubre, Mijaíl Kaláshnikov escribió una carta al presidente Putin, para denunciar la mala gestión de la fábrica de fusiles. Debido a su delicado estado de salud sus hijos dejaron de mantenerle al tanto de las operaciones en la planta, como cuando el propio Ejército ruso anunció en 2011 que dejaría de comprar kaláshnikovs por excesos de existencias en sus arsenales.