Elisabetta Grillo, ex de Saatchi, empresario de origen iraquí, a la salida de los tribunales. :: REUTERS
Sociedad

Cómo estaba el servicio de Saatchi...

Un jurado inglés exculpa a las italianas enredadas en el esperpéntico divorcio del magnate publicitario

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Dos hermanas italianas acusadas de gastar sin autorización unos 800.000 euros con la tarjeta de crédito de Charles Saatchi, para quien trabajaban como asistentes, fueron declaradas ayer «no culpables» por un jurado de Londres, que así ha puesto fin a una de las sagas más populares de los últimos años en los medios británicos.

Los contendientes en el pleito eran, por el lado de la acusación, el magnate de la publicidad, Saatchi -que diseñó campañas electorales para Margaret Thatcher y se convirtió después en un gran mecenas del arte contemporáneo- y su exmujer, Nigella Lawson, hija de Nigel, el gran ministro de Hacienda de Thatcher y celebrada 'diosa doméstica' por la exhibición de su voluptuosa silueta en sus programas de cocina en la televisión.

Según el relato expuesto por la defensa, las dos hermanas, Francesca y Elisabetta Grillo, entraron en la casa de Lawson hace más de diez años, cuando estaba casada con su primer marido, que murió víctima de un cáncer. Se mudaron al domicilio de Saatchi tras su matrimonio con Lawson y se encargaban de cuidar a los niños, de la limpieza de la casa, además de ayudar a los cónyuges con las compras y los recados.

Las hermanas afirmaron durante el juicio que Saatchi les dio permiso para gastar lo que fuera necesario para cumplir sus tareas y eso incluía compras de ropa o zapatos en boutiques de lujo, taxis de larga distancia, vacaciones en Italia... Recibían salarios que rondaban los 25.000 euros. Se habían convertido -en eso estaban todos de acuerdo- en parte activa de la familia.

Pero el clan se quebró en junio, cuando Saatchi fue fotografiado cuando daba la impresión de estar estrangulando furioso a su mujer en un restaurante de Londres. Poco después, el coleccionista de arte anunció su separación porque Nigella, que había ya abandonado el domicilio común, no le defendió públicamente de las acusaciones de maltrato.

Semanas antes de que comenzara el juicio, cientos de periodistas comenzaron a recibir una serie de enigmáticos correos electrónicos enviados por una agencia de relaciones públicas en los que se advertía que las hermanas Grillo utilizarían un arma letal si el inminente juicio se celebraba. Nigella Lawson intentó pararlo, pero ya era tarde.

En el juicio se desveló lo que ya contaban los correos. Las Grillo explicaron que la célebre cocinera era una consumidora habitual de drogas como la cocaína y cannabis. Dijeron también que Saatchi era un patrón caprichoso, difícil e iracundo. Nigella se defendió diciendo que había consumido drogas de manera ocasional. Saatchi afirmó que aún quería a Nigella, aunque se dejó fotografiar, en el mismo restaurante del estrangulamiento, con una nueva amiga.

El jurado, al rechazar la culpabilidad de las Grillo, debió de tener en cuenta lo que dijo uno de sus abogados: que habían sido atrapadas en el fuego cruzado del divorcio de los dos famosos multimillonarios. La Policía afirmó ayer que no investigará la confesión pública de Nigella Lawson de haber consumido drogas prohibidas. Ahora queda por ver si se cumple el objetivo oculto que parecía tener este juicio: la destrucción de su carrera.