PAN Y CIRCO

NO QUEREMOS VERLO

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Duele decirlo, pero es lo que sale. A ver como lo formulo. Bueno, iré al grano. Si el Cádiz fuera una empresa de andar por casa está más que cantado que habría cerrado desde hace bastante tiempo. Cuando hace poco sopló las velas de su centenario ya estaba llenito de deudas. Bueno, pues pese a ello, celebró su fiesta y todo. Como si nada. Ancha es Castilla. Es verdad que no es el único club de España que está en una situación ruinosa, pero con el tema de la crisis parece que los políticos –esos mismos que nos han metido de lleno en ella– se están poniendo más serios y ya hay clubes tan históricos como el Cádiz (veáse el Salamanca ) que no han tenido otra que echar el cierre.

Aquí por Cádiz, llevamos años y años con la misma cantinela. Para colmo, el equipo no termina de salir de un pozo llenito de fango que tan sólo deja déficit tras déficit en unas cuentas ya de por sí rojas. Pero como en el fondo, todos los gaditanos –incluyendo abogados, políticos, administradores concursales, periodistas, jueces...– queremos al equipo amarillo, pues ahí lo tenemos todavía. Nadie quiere ver, mejor dicho, nadie quiere repetir hasta cansarse que el Cádiz está herido de muerte. Lo queremos tanto y tantos que para todos es un juguete con el que nos divertimos durante el año. Todos hemos crecido con sus milagros, sus ascensos, sus fracasos, sus chascarrillos... Son tantos años entre nosotros que lo queremos como se debe querer a un hijo. Ni vemos, mejor dicho, ni queremos ver lo malito que está, ni queremos llamar al que encargado da darle su certero tiro de gracia para que deje de sufir. El Cádiz es patrimonio del gaditano. Y como tal, sus dirigentes, nuestros políticos y los aficionados le han ido dando pequeños soplos de oxígeno para que siga respirando. Creemos que es tan bonito que no nos podemos creer como no ha venido un árabe ya a reflotarlo. La respuesta es evidente. Desde fuera se ve sin cariño y fríamente el cáncer terminal que presenta.