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Turquía ve una amenaza terrorista en las residencias mixtas de estudiantes

El Ejecutivo afirma que los jóvenes aprenden a fabricar bombas además de atentar contra la moralidad por convivir juntos chicos y chicas

ESTAMBUL. Actualizado: Guardar
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Al Gobierno turco le inquieta sobremanera que los estudiantes de ambos sexos vivan bajo el mismo techo sin estar casados. Atenta contra la moralidad de la «estructura democrática conservadora» y golpea la «tradición», denuncia el primer ministro, el islamista moderado Recep Tayyip Erdogan. De ahí que se haya propuesto eliminar las residencias mixtas al alegar que en ellas «puede pasar cualquier cosa».

Su decisión, fuertemente discutida, resulta casi una anécdota luego de que las autoridades de Ankara alertaran ayer de que la convivencia entre chicos y chicas no sólo daña las buenas costumbres, sino que supone un peligro terrorista. «Consideramos el asunto desde el punto de vista de la lucha contra el terrorismo. Hemos averiguado que ciertas organizaciones utilizan las relaciones entre chicos y chicas para reclutar apoyos entre los estudiantes», aseguró el ministro del Interior, Muammer Güler. «En los pisos les enseñan cómo utilizar armas o fabricar bombas», detalló, al tiempo que abogó por colocar los pisos de estudiantes bajo supervisión policial. La alarma del Gobierno apenas pudo ser suavizada con las numerosas fotos enviadas a diarios locales como Hurriyet para mostrar la vida de los jóvenes en los pisos compartidos, una actividad completamente habitual en ciudades como Estambul y Ankara.

La inflexible postura del primer ministro, que dijo haber cerrado ya el 75% de los centros de alojamiento mixtos, le ha granjeado incluso críticas entre su propia fuerza política, el Partido Justicia y Desarrollo (AKP). El diputado Zelkif Kazdal destacó que estos «hijos» por los que se escandaliza el mandatario son en todo caso mayores de 18 años y ni el Estado ni sus familias pueden interferir en su vida privada, ni existe la figura legal de «piso de estudiantes» respecto a cualquier otro piso compartido. Por su parte, otro parlamentario de la formación islamista Idris Bal se preguntó si «el próximo paso será intervenir en la vida de las parejas que conviven sin casarse».

Islamización

Erdogan -que vivió en verano unas protestas sin precedentes, en su mayoría protagonizadas por jóvenes laicos- ha alimentado con la nueva decisión de su Gobierno las denuncias que apuntan a su deseo de islamizar Turquía. La última polémica tuvo lugar el 31 de octubre, cuando cuatro diputadas del AKP entraron en el Parlamento cubiertas con el velo, fruto de la modificación del código de vestimenta. Aunque la iniciativa fue justificada por la autoridades en pos de la igualdad de libertades, muchos vieron en ella el reforzamiento del carácter religioso en un país caracterizado hasta ahora por su espíritu laico.

La irrupción del velo en la Cámara baja sirvió como base a la opositora Safak Pavei -que tiene una prótesis de pierna a causa de un accidente sufrido a los 19 años- para reclamar que las diputadas pudieran acudir al Parlamento con pantalones. Ayer finalmente obtuvo la luz verde. Una comisión ya había dado el visto bueno a la modificación en octubre de 2011, pero no había sido validada la norma formalmente por el constitucional, tal y como denunció Pavei la semana pasada al lamentar que desde hace dos años se veía obligada a llevar falda pese a su discapacidad.