Vista del eclipse solar en Jerusalén. :: ABIR SULTAN / EFE Un miembro de la tribu keniata Rendile mira el eclipse. :: AFP
Sociedad

Un eclipse anómalo

La ocultación del Sol, primero anular y después total, pudo observarse en el África ecuatorial, pero apenas se percibió en España

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Y el día se hizo noche. Pero no hubo pánico, negras profecías y demás supercherías. Hace tiempo que los eclipses solares dejaron de ser considerados maldiciones y señales de mal agüero para convertirse en una oportunidad de contemplar un hermoso fenómeno astronómico que suscita la curiosidad de científicos y también de miles de aficionados pertrechados con telescopios y protectoras gafas dispuestos a observar una bella estampa. Eso es lo que ocurrió con el eclipse solar de ayer, aunque en esta ocasión fue más especial y anómalo al tratarse de un eclipse híbrido o mixto. Es decir, empieza siendo anular y después total. Algo que ocurre una decena de veces por siglo.

Los eclipses solares son un capricho astronómico. La Luna es 400 veces más pequeña que el Sol, que se encuentra 400 veces más lejos de la Luna que la Tierra de ella. Esa es la razón por la que el satélite, cuando se interpone entre su estrella y la Tierra, cubre perfectamente la circunferencia solar. Aunque la dimensión del fenómeno depende del lugar del planeta desde el que se observe. En esta ocasión, la suerte sonrió a una pequeña franja del África ecuatorial, desde Gabón hasta Somalia, donde vieron desaparecer completamente al Sol durante un minuto y 40 segundos.

En España el eclipse fue prácticamente imperceptible. En Canarias, el mejor lugar para contemplarlo, vieron una ocultación del disco solar del 35%. En concreto, la isla de El Hierro vio oscurecer al astro un 40%. En la península el eclipse parcial fue más reducido. Comenzó sobre la una de la tarde y pudo apreciarse en lugares como Andalucía y Madrid (en torno al 5% de ocultación). Sin embargo, en el norte del país, apenas observaron cómo una ínfima fracción de la Luna tapaba al astro.

Más suerte tuvieron en otras latitudes. Los primeros en disfrutar del fenómeno fueron los habitantes de la costa oriental americana, donde contemplaron al amanecer cómo se oscurecía parte del disco solar rojizo. Más de la mitad del diámetro del Sol estuvo oculto por la Luna desde Nueva York y Boston y en un 47% desde Washington y Miami.

Por suerte, la tecnología permitió que quienes no estaban en el lugar adecuado para contemplarlo no perdieran detalle de este impresionante fenómeno. El proyecto europeo GLORIA (Red Global de Telescopios Robóticos) realizó una retransmisión en directo del eclipse desde Kenia por internet y llevó la oscuridad del Sol a todo el planeta.