Sociedad

«Al diablo le sobran clientes; hay demasiadas almas en venta»

'Ajuste de cuentas', que explora las raíces de la corrupción en la España del pelotazo, es la tercera novela de la serie del profesor Juan Urbano Benjamín Prado Escritor

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Juan Urbano, escritor y profesor, se debate entre el desahucio y la supervivencia. Si vende su alma al diablo y escribe al dictado de Mario Duque, corrupto y excarcelado ricachón de la España del pelotazo, salva el pellejo. ¿Comer o fenecer? Su dilema moral está en la esencia de 'Ajuste de cuentas' (Alfaguara). Es la tercera novela de Benjamín Prado (Madrid, 1961) que protagoniza Urbano, mezcla del Juan Panadero de Alberti y el Juan Nadie de Capra. Explora las raíces de la corrupción en la España del pelotazo, en la que se amasaron oscuras fortunas ante el aplauso general.

-¿Otra novela sobre la corrupción?

-Más sobre aquellos polvos que sobre estos lodos. Sobre los héroes populares que fueron apóstoles del dinero fácil, del éxito rápido y de un sistema de enriquecimiento vertiginoso. Cuándo parecía normal enriquecerse hasta la obscenidad en un suspiro; pasar en nada de abogado del Estado a presidir el cuarto banco del país. Para Balzac las novelas son la historia privada de los países, y a eso aspira la serie de Juan Urbano. A contar desde la ficción la historia de un país.

-¿A todos nos tienta el diablo?

-En momentos de crisis al diablo le sobran clientes; hay muchas, demasiadas almas en venta. Cualquier forma de ganarse la vida es respetable, salvo si implica un delito o daño a un tercero. Pero ¿hasta qué punto en situaciones perversas de corrupción y crisis, el miedo a no poder pagar la hipoteca o alimentar a tus hijos, te hacen dudar? ¿Es ético vender el alma al diablo? se pegunta la novela. Juan Urbano debe elegir ente sus principios y sus necesidades, entre sus deudas y sus deseos.

-¿Seguimos enfangados?

-No hemos salido de un sistema de corrupción generalizada, global, que ya no tiene que ver con ideologías: solo con el poder. Quien toca poder hunde la mano en la bolsa del dinero ajeno y se lo lleva. Es el otro gran asunto de la novela.

-Se asaltó el poder y el dinero con aplauso público ¿Todos ciegos?

-El dinero deslumbra, como todo lo que brilla. Más el dinero fácil. Sin confundir jamás a los estafadores con los estafados, aquí nos hartamos de oír '¡compré mi casa por uno y la vendí por diez!' El suflé subió y el euro fue la puntilla. El suelo tembló bajo nuestros pies.

-¿Alguna lección entre tanta indecencia?

-Ten mucho cuidado con quién admiras. Personajes como el Mario Duque de la novela son muy peligrosos. Sobre todo cuando se convierten en líderes y la gente quiere parecerse a los que llegan a la cumbre mediante negocios sucios y dinero fácil. No por su trabajo y esfuerzo.

-¿Su Duque es Mario Conde?

-No. Tiene algún rasgo de Conde, como de Javier de la Rosa, Mariano Rubio, de Jesús Gil o Luis Roldán. De todos los que cavaron aquel agujero por el que hemos caído. Es una suma de todos los que plantaron el árbol sobre el que ha caído el rayo. Fueron el espejo del nuevo español del pelotazo y crearon las bases de esta catástrofe.

-Pasaron por la cárcel, pero salvaron el dinero.

-Recuperando lo que robaron los grandes ladrones de la España del pelotazo tendríamos superávit. Así de fácil. Entre eso y lo que defraudan las grades fortunas seríamos ricos. Es muy preocupante.

-¿Los chorizo de hoy son otros?

-Hay una gran diferencia. Hoy, si los ladrones van a la cárcel, están diez minutos, impugnan al juez, lo expulsan de la causa, y aquí paz y después gloria. Entonces se encarceló a los jefes la guardia civil y la policía, al ministro del interior, al gobernador del Banco de España, a presidentes de grandes bancos y algunos empresarios notables. Pagaron con la cárcel y casi ninguno levantó cabeza. Ahora si un banquero es sospechoso de numerosos actos delictivos, otro banquero lo ficha.

-Poderoso caballero ¿Don dinero sigue teniendo todas las llaves?

-Sí. Nos domina. Estuvimos tanto tiempo apostando por el dinero como único referente, preocupándonos por el precio de las cosas y no por su valor, que acabó gobernándonos. Vivimos bajo la absoluta dictadura dinero. No hay valores, ideología, militancia ni resistencia. Solo dinero, que conduce a un individualismo que hace las sociedades más manejables y débiles.

-¿Alguna culpa de la gente común?

-Dejarse engañar. En el timo de la estampita el estafado no es un alma cándida. Quiere aprovecharse de un pobre retrasado. Moralmente no es intachable, pero la ley perseguirá al otro. Pecamos de ingenuos y de avariciosos, pero nos la han pegado. No soy partidario del autoflagelo. No somos vagos, guerracivilistas y corruptos. Somos un país de gente trabajadora y cabal. Hasta hace nada los más cumplidores en el pago hipotecario de toda Europa. Pero empezamos a parecer una dictadura bananera arruinada por dos docenas de sinvergüenzas.

-Narra con ironía y tintes negros.

-Reír es vivir. No hay mejor terapia ni medicina. La ironía es distancia y una buena lupa. Si estás encima y asustado no tienes perspectiva. Todos estos ladrones y estafadores tienen un alto porcentaje de patetismo. Les entra la vena mística y son muy peligrosos. Ya vimos a Bárcenas en una misa evangélica.

-¿Resumiría su novela en un tuit?

-La verdad es lo que se esconde detrás de la última mentira. Juan Urbano, en contra de sus propias necesidades, busca la verdad. Es el típico antihéroe de la novela negra.