Apuntes

Otro atractivo estival

El Carnaval de Verano se ha convertido en un producto turístico más que la ciudad debe ofrecer con rigor y honestidad para dar a conocer su patrimonio

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Somos muy de temporadas. Cada tradición tiene su fecha, bien acotada, y cualquier transgresión a los almanaques parece un acto de lesa gaditanía que atenta contra las esencias de lo que pretende ensalzarse. Quizás por un complejo de matiz político, el carnaval parece mal visto como celebración masiva fuera de su original ubicación invernal. Fueron muchos años de celebración forzada en primavera y con otro nombre. De ahí pueden venir los malos recuerdos y la confusión.

Pero sin pretender que se trate de un Carnaval reeditado, con todas las salvedades aclaradas, no debe existir ningún pudor para convertir esa riqueza cultural en un producto turístico que ofrecer a los visitantes, con el que potenciar el programa de actividades de los dos meses grandes -en cuanto a población efímera, al menos- de la capital gaditana. La ciudad tiene la posibilidad, quizás la obligación, de ofrecer con rigor y honestidad, dándolo a conocer, su patrimonio.

El Carnaval forma parte de ese conjunto de costumbres, monumentos y formas artísticas que presentar, a poder ser con explicaciones y generosidad, con respeto por lo propio y complicidad con el visitante, para que puedan tener los veraneantes la ocasión de conocer e, incluso, disfrutar.

El hecho de que el Carnaval saliera ayer del casco antiguo para salir al encuentro de la multitud del Paseo Marítimo, con el tango como principal equipaje, parece un buen intento en esa línea. No atenta contra las coplas de febrero, las complementa.