Las familias eligieron la Caleta para disfrutar de la velada del Trofeo Carranza. :: VÍCTOR LÓPEZ
CÁDIZ

La fiesta en la Caleta y alrededores, lo mejor de la noche para los gaditanos

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Tras la sensación que dejaron las barbacoas de 2012 de que el evento había tocado fondo en cuanto a participación. Tras la sensación de que la ciudad vivía una invasión de forasteros ebrios y deseosos de 'liarla' como ocurre cada primer sábado de carnaval. Tras la progresiva disminución el interés de los gaditanos de cuna en una fiesta que ya no consideraban tan suya como antes.

Detrás de todo eso, las barbacoas del Trofeo Carranza de este año acaban para muchos con la sensación de que es posible recuperar la esencia de un evento distinto, más encauzado, menos multitudinario, original.

La gran responsable de ese rayo de esperanza para muchos gaditanos, de que las barbacoas vuelvan hacia lo que en su día fueron, ha sido precisamente la decisión del Ayuntamiento de Cádiz de permitir que la playa de la Caleta pudiera acoger anoche parte del evento.

Y es que ayer sábado, hasta el cierre de esta edición, la concentración nocturna en la Caleta fue una de las sorpresas agradables de la noche. Muchas familias gaditanas, algunas incluso que residen fuera pero mantienen sus raíces en la capital, volvieron anoche a prestar atención a una fiesta a la que en algunos casos incluso habían dejado de acudir.

Es el caso de Miguel Rodríguez y su esposa, que acompañados por sus hijos y familiares más cercanos, se apostaban en un rinconcito de este bello arenal de Cádiz para «comer y disfrutar en familia, pero sin pasarse». Ese 'sin pasarse' era toda una declaración de intenciones de lo que les esperaba hasta altas horas de la madrugada, aprovechando «el fresquito y la buena compañía».

El plan era suculento. Filetes, cerveza y risas. Y es que la apertura de la Caleta a la barbacoas 2013 ha resucitado en parte la fiesta, o mejor dicho, ha contribuido a rememorar el verdadero espíritu de la misma. Desde primera hora de la noche cientos de ciudadanos y turistas se dejaron ver por el paseo Antonio Burgos. La puesta de sol en un entorno mágico atrajo las miradas de curiosos. Pero muchos de ellos iban con otras intenciones, las de cenar en la playa, «en plan tranquilo».

La estampa más fotografiada por los turistas con Santa Catalina al fondo, también fue ayer la más buscada por quienes querían disfrutar «comiéndonos unos filetitos», bromeaban. En su mayoría eran gente de Cádiz, que huía de la marabunta y el botellón continuo en que quedó sumida La Victoria y el paseo marítimo, y que buscaba el arropo de los lugareños, «de los gaditas de toda la vida», explicaban.

Pasar una noche al año en la playa, y compartir viandas y refrigerios con los seres queridos «sin agobios, ni peleas ni niñatos», era el objetivo prioritario. Muchos se preguntan si el Ayuntamiento buscaba justamente eso. Dar un giro a la orientación de las barbacoas gaditanas, recuperando de manera conscientes la tradición de una fiesta que se originó de forma espontánea, y degeneró al masificarse.

La Caleta volvió así anoche a ser el leit motiv de unas celebraciones futboleras que buscan en estos días su rumbo. Seguramente, la Caleta será considerada también en los próximos años la reinvención de las barbacoas. Para bien o para mal, Cádiz es playa; y esa playa encarna mejor que nadie el espíritu de la ciudad de Cádiz.