EL RAYO VERDE

LA RENOVACIÓN

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Pues resulta que no era tan difícil. Izquierda Unida ha demostrado, en su reciente congreso, que es posible sustituir a los líderes carismáticos y que hay una 'segunda línea' preparada y capaz de asumir el primer puesto. En esta semana de 'tournée' por teles y radios Antonio Maíllo, el nuevo coordinador andaluz de la coalición de izquierdas, ha dado muestras de solvencia, de voz propia y de tablas, a pesar de que era un perfecto desconocido. Tiene un discurso fresco y rejuvenecedor, y eso en un mundo político que parece emulo de 'El día de la marmota' resulta en verdad sorprendente.

La transición en IU no ha sido tan fácil como pueda parece, porque la coalición siempre ha sido bastante anarcoide, pero el viento a favor de los sondeos, la erótica del poder, de un estreno de poder además, y el buen trabajo de los 'fontaneros' del PCA han hecho posible que el cambio fuera una balsa de aceite.

Pero, sobre todo, ha sido posible por el papel de Diego Valderas, que ha sabido dejar el poder orgánico y dar un paso atrás con generosidad y luces largas. Su comparecencia el martes en la rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno venía a ser como un premio de consolación, que quería poner de relieve que sigue ahí, en el segundo escalón del Ejecutivo. Un gesto también por parte del PSOE para su leal socio.

Se dice que a la gente se le conoce por cómo llega, pero más por cómo se va. Hemos visto ejemplos recientes de 'jarrones chinos' resistentes al olvido. En cambio, Valderas se reivindica a sí mismo con este relevo, cocinado por él como 'masterchef', que tan bien le ha salido.

Es más, o los demás se espabilan o Maíllo y su discurso fresco y nuevo, que habla de alegría y de esperanza, se les come el terreno en los tres años que quedan hasta las próximas autonómicas más aún de lo que dicen ahora las encuestas. El electorado está básicamente cansado de la vieja retórica. Es la hora de ceder la escena a los nuevos actores.