CÁDIZ

Echa por tierra las versiones de los exdirectores generales

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Los dos grandes perjudicados de la declaración de Osuna fueron los dos acusados que ejercieron de directores generales en Rilco: Rafael Ortiz y José David Sánchez de Medina. Con sus palabras echó por tierra los testimonios que habían ofrecido los exdirectivos tan sólo un día antes. Era el efecto buscado por el Ministerio Fiscal, que había pedido que Miguel Osuna fuera el último en dirigirse al tribunal. De Ortiz negó, como éste sostuvo, que sus funciones se limitaban a buscar inversores privados para Rilco y que su cargo era sólo «nominativo y sin atribuciones». «Con el sueldo que percibía -entre 3.000 y 4.400 euros, sus funciones eran más amplias. Estaba contratado para que controlara el proyecto, tenía un poder de representación y así lo hablamos». Rafael Ortiz había aterrizado a Rilco de la mano de Rodríguez de Castro cuando éste anunció su salida.

En cuanto a Sánchez de Medina, que se definió como un simple técnico, Osuna dijo de él que era el jefe del departamento informático del Consorcio, que llegó a ser su asesor personal «en estos temas» hasta el punto que fue nombrado director general de la sociedad y consejero delegado. A él lo responsabilizó de los informes que fue recibiendo sobre la evolución del proyecto hasta que le confirmó que la adjudicataria «había entregado todos los trabajos, el portal funcionaba y el contrato se había completado con éxito». Así justificó la carta que remitió a los Leiva confirmando la recepción satisfactoria del proyecto.