El exdictador Jorge Videla, en julio pasado, escoltado por policías en San Martín, en la provincia de Buenos Aires. :: ENRIQUE GARCÍA MEDINA / EFE
MUNDO

Argentina se libra del líder del terror

Muere en prisión a los 87 años Jorge Videla, el dictador y responsable directo de la desaparición de 11.000 personas en la etapa más negra del país

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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No murió en el olvido pero tampoco en la impunidad. El exdictador argentino Jorge Rafael Videla, líder del terror y la crueldad en los años de plomo, fue encontrado muerto ayer en su celda por agentes penitenciarios. Los médicos constataron que su cuerpo estaba «sin pulso ni reacción pupilar». Eran las 8.30 de la mañana y lo declararon fallecido. Tenía 87 años, y la noticia causó una honda conmoción en el país.

Condenado en diversas causas por crímenes de lesa humanidad, Videla estaba preso en el Complejo Penitenciario Federal Número 2 de Marcos Paz, en la provincia de Buenos Aires. Tal como reclamaban organismos de derechos humanos, familiares de víctimas y supervivientes de centros clandestinos de detención, el exjerarca purgaba sus penas en una cárcel común, sin el beneficio del arresto domiciliario.

Como su camarada chileno Augusto Pinochet, Videla se hizo tristemente célebre por asaltar el poder civil desde la jefatura del Ejército. Fue el 24 de marzo de 1976, cuando derrocó al Gobierno de María Estela Martínez de Perón y se abrió paso a sangre y fuego el período dictatorial más cruento de la historia argentina.

El régimen dejó un saldo oficial de más de 11.000 desaparecidos. Los perseguidos eran secuestrados, torturados en campos de detención clandestinos y luego asesinados o se los hacía desaparecer. Algunos fueron arrojados vivos al Río de la Plata. «No están. No son», dijo una vez Videla cuando se le requirieron más explicaciones sobre el destino final de algunas de las víctimas.

Durante aquel régimen siniestro también hubo niños que fueron secuestrados con sus padres o que nacieron bajo cautiverio. Más de 100 recuperaron su identidad en los últimos años gracias a la labor de las Abuelas de Plaza de Mayo.

«Por encima de todos»

A diferencia de Pinochet, Videla, responsable directo de todos estos crímenes, no murió impune. Fue condenado a cadena perpetua en dos causas, sentenciado a 50 años de prisión en una tercera y todavía seguía compareciendo en nuevos juicios, junto a otros exmilitares que participaron de la represión directa o indirectamente. «Nunca maté a nadie», solía jactarse. Pero en el libro 'El dictador', de los periodistas María Seoane y Vicente Muleiro, admitió haber tenido una posición que lo inculpaba. «Yo estaba por encima de todos», confesó a sus entrevistadores con nostalgia.

Después de ser condenado en 1985 en un juicio histórico contra todos los excomandantes, Videla estuvo preso cinco años, con los privilegios de estar bajo custodia militar. En 1990, junto a todos sus compañeros de crímenes, se benefició de un polémico indulto otorgado por Carlos Menem (1989-99). A finales de los 90 volvieron a abrirse resquicios a la Justicia. En 1998, Videla fue detenido por el secuestro de niños, delito no contemplado en los indultos. Más adelante se declaró inconstitucional el perdón presidencial y comenzó una ola de nuevos y viejos juicios. El último, que todavía lo mantenía en el banquillo, fue el del 'Plan Cóndor', la coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur.

Videla fue trasladado al juzgado el martes para asistir a una sesión de ese juicio. Se lo vio desmejorado, con dificultades para caminar y voz temblorosa. Pero no mostró arrepentimiento. Al contrario, consideró «incompetente» al tribunal y se declaró «preso político». En sus últimos años, se decía convencido de que tanto el expresidente Néstor Kirchner (2003-07) como su esposa, la actual mandataria Cristina Fernández, estaban empeñados en perseguirlo. En 2012, la viuda de Kirchner prometió orgullosa que llevaría a la tumba de su marido un ejemplar del diario Página 12 en el que Videla confesaba que «el peor momento» para él llegó «con los Kirchner».