Abdullah bin Abdul Aziz. :: AFP
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Arabia Saudí desoye el clamor y ejecuta a siete jóvenes

Arrestados en 2006 por varios robos en joyerías, dos de los condenados a muerte eran menores cuando cometieron los delitos

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Al alba y desoyendo las peticiones de clemencia, Arabia Saudí ejecutó finalmente ayer a los siete jóvenes condenados por robar en joyerías, cuyo juicio, lleno de irregularidades, ha despertado la indignación internacional. Desde comienzo de año, este aliado de Occidente ha ejecutado a dos personas por semana, muchas de ellas por delitos que no eran de sangre y tras procesos en los que los acusados no han tenido defensa legal y cuyas confesiones se han conseguido mediante la tortura, denuncian organismos de derechos humanos.

El caso de estos siete jóvenes, dos de los cuales eran menores de edad cuando supuestamente cometieron los delitos, podía haber pasado inadvertido fuera de Arabia Saudí tal y como ocurre en la mayoría de las ocasiones en un país que el año pasado ejecutó a más de 80 personas. Sin embargo, el ajusticiamiento, que estaba previsto para la semana pasada, coincidía con la visita al reino del nuevo secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, por lo que fue paralizado. Una ONG saudí, Al Karama (la dignidad), llegó a asegurar que uno de los hijos de rey Abdulá bin Abdelaziz había comunicado a las familias de los condenados que serían indultados. Pero ni estas informaciones se han confirmado ni tampoco han prosperado las peticiones de grupos como Human Rights Watch o expertos independientes de la ONU para que Arabia Saudí frenara el cumplimiento de las condenas.

Las ejecuciones -las informaciones son contradictorias sobre si finalmente fueron decapitados o fusilados- tuvieron lugar a primera hora de la mañana de ayer en la ciudad de Abha, en el sur del país y muy lejos de los centros de poder, una región que se ha quejado a menudo de la marginación a la que está sometida. Al parecer, el supuesto cabecilla del grupo no ha sido finalmente crucificado tal y como demandaba el veredicto, una práctica común en Arabia Saudí con la que la Justicia pretende 'ejemplarizar.

Denuncias de torturas

Los siete habían sido arrestados en 2006 y condenados a pena de muerte en 2009 por el atraco a mano armada de varias joyerías. Distintas organizaciones han denunciado que los jóvenes fueron torturados durante su detención, y que fueron obligados a firmar confesiones. Según Amnistía Internacional, la mayoría de los juicios en Arabia Saudí tienen lugar a puerta cerrada, los acusados raramente están representados por un abogado «y puede que sean condenados sólo basándose a las confesiones obtenidas bajo tortura u otros maltratos, coacción o engaño», asegura el organismo en un comunicado.

«En los países que no han abolido la pena de muerte, el castigo capital sólo se debe imponer tras un proceso que cumpla con las salvaguardas de un juicio justo», denunció el relator especial para ejecuciones sumarias, arbitrarias o extrajudiciales de la ONU, Christof Heyns. Arabia Saudí es además firmante de la Convención de los Derechos del Niño, que prohíbe la condena a muerte para personas que cometieron delitos antes de los 18 años, un tratado que habría violado con esta última ejecución y con otras anteriores.

Las drogas o la apostasía pueden llevar a un acusado a convertirse en sujeto de la espada, la forma tradicional de ajusticiamiento en el país. Un oficio, el de verdugo experto en el sable, que además y pese a su demanda cada vez atrae a menos personas, por lo que el reino de los Al-Saud ha permitido que las ejecuciones se lleven a cabo por fusilamiento después de consultarlo con expertos en ley islámica. Según un miembro del Consejo Superior de Ulemas citado por el diario Saudi Gazette, el jeque Ali al-Hakami, los castigos se deben aplicar sin que sirvan de tortura y de la forma más rápida posible, algo que se consigue con la espada, afirma el doctor en Islam, pero que se puede aplicar para otros métodos de ejecución.