Sociedad

«No le pesan el prestigio o el poder, pero no ha podido con la curia»

El compañero de Ratzinger durante cuatro veranos en Alemania dice que la renuncia no ha sido un sacrificio Alberto Torres Jesuita palentino que compartió parroquia con Ratzinger

VALLADOLID. Actualizado: Guardar
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«No le pesan el prestigio, el dinero o el poder. No tiene un problema de vanidad. Eso no lo valora cuando decide renunciar. No se deben utilizar los mismos parámetros de las preocupaciones de los políticos para analizar su renuncia. Personalmente, me parece muy bien que lo haya dejado. Fue un héroe cuando aceptó asumir la máxima responsabilidad de la Iglesia Católica porque era ajeno a cualquier interés personal, aunque sorprendió a todos con su conocimiento de la Iglesia en el mundo».

Es el diagnóstico del jesuita Alberto Antolín Torres, el padre Torres, el predicador de los domingos en la iglesia de San Francisco en Palencia, el cura que compartió parroquia durante cuatro veranos -entre 1958 y 1961- con Joseph Ratzinger en Bonn Badgodesberg.

El padre Torres no habla con cautelas; no parece tener escrúpulos ni pretende ser políticamente correcto cuando da su opinión sobre las posibles causas de la renuncia de Benedicto XVI, con quien compartió el altar de una iglesia alemana hace más de medio siglo. «Siempre fue un hombre tímido. Las relaciones sociales no eran su fuerte, aunque es evidente que ha sido un 'éxito de bondad'. Creo que uno de sus problemas es que no ha podido con la curia. Cuando llega un nuevo Papa se espera que arregle los problemas del gobierno de la Iglesia, pero al final nunca ocurre. Sin embargo, ha sido capaz de solventar importantes asuntos políticos. Le sobra inteligencia».

«El suyo ha sido un papado complejo. El problema de los casos de pedofilia ha pesado mucho, no así el llamado 'caso Vatileaks'. Los papeles que se publicaron no eran documentos de interés. No eran de primer orden, eran paparruchas. Se convirtió en un gran escándalo mediático, un gran despliegue informativo por unas filtraciones cuyo contenido no era realmente información de peso». El desenlace de este caso, con la libertad de Paolo Grabiele, tuvo que ver con el perdón y la caridad, aunque es evidente que no interesaba a nadie que el escándalo siguiera en la calle.