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Cádiz y el otro bicentenario

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Antes de que acabe el Doce, Cádiz vuelve a ser protagonista por otro bicentenario. Hace doscientos años la ciudad acogía el primer sorteo de la Lotería de Navidad. Fue un 18 de diciembre aunque entonces no recibió ese nombre y el precio del décimo fue de cuarenta reales. La lotería de El Gordo marca el inicio de la Navidad. Es una jornada clásica, cargada de ilusiones y buenos momentos. Ese día muchos sentirán un alivio, un consuelo dentro de tanta desesperanza. Este juego navideño es de las pocas cosas que consigue acaparar nuestra atención en mayor o menor medida.

Resulta que Cádiz, además de ver nacer este sorteo está en el ranking de las ciudades donde más veces ha tocado el primer premio. Aunque se encuentra al final de la lista, aquí ha caído hasta en diez ocasiones, algo que ya le da ventaja sobre otros muchos sitios. Pero además, nuestra ciudad protagoniza una de las anécdotas de la historia de esta lotería ya que se intuye que el premio del año 1813 tocó aquí a pesar de que no hay registro que lo confirme. Cádiz y la Lotería de Navidad están unidas irremediablemente. Quizá ésta no sea la provincia donde más se juega. Ni siquiera aquí se encuentra la administración de lotería más famosa. Pero la memoria guarda un lugar especial para Cádiz. Lo correcto sería desear que la suerte se reparta pero se hace inevitable barrer para casa y querer que esta ciudad obtenga su premio Gordo. No estaría de más que la suerte se aliara con la provincia y diera un poco de aire y luz.

Hace más de un cuarto de siglo que no llega una alegría como ésa y los datos indican que en los dos últimos años ha crecido el gasto por habitante en el sorteo. Porque para los gaditanos supone una última esperanza, confiar en que tiene que llegar algún revulsivo a pesar de esta tremenda crisis. Cádiz se merece El Gordo para celebrar este bicentenario. Mientras no llega el día, por lo menos mantenemos la ilusión de que el azar sorprenda a una provincia golpeada por la falta de expectativas y plagada de conflictos laborales que parecen que nunca tienen fin.