Apuntes

Tirar piedras a nuestro tejado

La razón que pueden tener los trabajadores de la limpieza de Rota la pierden cuando insisten en mantener una huelga salvaje en plena temporada turística

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El olor a basura inunda de nuevo la provincia y proyecta la peor imagen de nuestra costa. La huelga es un derecho, pero quienes la convocan deben pensar también en el impacto que supone para el interés general. El municipio de Rota se enfrenta hoy a su tercer día sin el servicio de recogida de basuras. Más de 120 toneladas de residuos se amontonan en sus calles, mientras que los turistas conviven con una protesta en plenas vacaciones. El daño de esta huelga ya está hecho, es decir, el impacto mediático ya está conseguido. Esta misma situación se vivió hace dos semanas en Cádiz durante la celebración de la Gran Regata. La huelga de basuras deslució un evento en el que la capital tenía puestas muchas expectativas económicas. Sin embargo, el resultado de esta protesta que duró cinco días fue estéril para los trabajadores, ya que al final tuvieron que ir a los tribunales, vía contencioso, a reclamar lo que tenían firmado por escrito y que la empresa pretendía cambiar debido a la crisis. En el caso de Rota la situación es similar. La empresa concesionaria, FCC, pretende aplicar una rebaja salarial del 5% y un aumento de la jornada laboral de 37,5 horas. Los trabajadores se oponen y han lanzado una contraoferta en la que proponen la congelación de los salarios y el mantenimiento de la misma jornada laboral. Esta iniciativa no es aceptada por la empresa. La propia alcaldesa, la popular Eva corrales, asegura que la propuesta de la contrata es correcta, ya que garantiza los empleos, de lo contario habría despidos. En cualquier caso, la celebración de una huelga en plena temporada turística, no hay que que olvidar que Rota tiene estos días una población de 90.000 personas, se antoja reprochable para los convocantes. El daño ya esta hecho. La plantilla debe recoger velas para sentarse a negociar y llegar a un pacto de mínimos que logre salvar la temporada sin que sus problemas empañen las vacaciones a una inmensa mayoría que disfruta de la playa.