Editorial

Comprensión con límite

El crédito concedido por la sociedad al PP en los comicios del 20-N no es infinito

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La contestación que los recortes que va concatenando el Gobierno Rajoy semana tras semana han generado entre los sectores directamente perjudicados no impiden que el Partido Popular siga confiando en la comprensión con la que la mayoría de la sociedad española asiste a la adopción de tales medidas. Una parte de la opinión pública (pero no la unanimidad de ella) sabe que los ajustes presupuestarios y las reformas legislativas resultan ineludibles por la gravedad de la situación por la que atraviesa la economía española y porque los exigen quienes pueden avalar el acceso de nuestras instituciones y de nuestras empresas a los mercados. Sin embargo, el crédito concedido por la sociedad a través de la mayoría absoluta alcanzada por los populares el 20 noviembre no es infinito (las manifestaciones de los funcionarios contra los recortes así lo demuestran), como tampoco lo es la confianza ciudadana cargada de escepticismo en que, en algún momento, la situación comenzará a mejorar. La ciudadanía puede mostrarse entre indulgente e indiferente ante la constatación de que el partido de Rajoy ha variado sus planteamientos programáticos obligado por las circunstancias, situación que parece invitar más a la ironía que a una crítica desaforada. Pero la paciencia responsable de la que hizo gala la sociedad española desde que se dieran a conocer los primeros indicios de la crisis financiera global y los fiascos iniciales de la burbuja inmobiliaria en nuestro país no constituye un depósito de reserva inagotable y comienza a resquebrajarse. Al contrario, decisiones como la de Rajoy de adelantar el pasado sábado su intervención en el Congreso del PP en Granada demuestran que el enfado de la ciudadanía cada vez es mayor. Y llegará un momento en que el Gobierno del PP tenga que ofrecer resultados. Posponer esa fecha alegando que la reactivación económica tardará en arribar y, sobre todo, en generar puestos de trabajo puede resultar tan inevitable como útil desde el punto de vista de la cautela política, pero los mensajes que traslada el Gobierno es que no habrá creación de empleo hasta dentro de tres años. Es probable que la demanda de soluciones y, en su caso, la reclamación de responsabilidades por lo que suceda se adelanten al horizonte que los dirigentes del PP han trazado para que los sacrificios exigidos hoy den algún fruto en términos de crecimiento.