Editorial

La memoria de Europa

La crisis del euro hace más necesario que nunca el entendimiento franco-alemán

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Exactamente 50 años después, los líderes de Alemania y Francia, Angela Merkel y François Hollande, han conmemorado con toda solemnidad el medio siglo de reconciliación franco-alemana tras dos devastadoras guerras. Y lo hicieron en Reims, y en su catedral, donde ayer hizo medio siglo dos titanes de la historia continental, el canciller Adenauer y el general de Gaulle, se reunieron en 1962 para sacralizar la renaciente amistad entre los dos Estados y los dos pueblos. Ningún Gobierno de cualquier signo político a los dos lados del Rin, se ha planteado la revocación del Tratado del Elíseo, que solo meses después, en enero de 1963, consagró jurídicamente el histórico reencuentro. Francia asumió en su día la reunificación alemana, a sabiendas de que daría al país, derrotado en las dos guerras, más peso en Europa y a día de hoy, lozano y utilísimo, el Tratado sigue ahí y es la viva expresión de la memoria contemporánea del continente europeo. Han hecho bien en París y en Berlín en solemnizar el aniversario y en recordar por boca de sus máximas autoridades políticas que la 'tormenta perfecta' que se abate hoy sobre la UE y la moneda única no tiene, ni puede ni debe tener, la capacidad de alterar el edificio de concordia, cooperación y progreso que Europa occidental alcanzó tras la guerra. Y que las discrepancias sobre cómo afrontar la crisis deben ser acotadas en el terreno técnico y jurídico y ser por completo compatibles con un escenario de paz, sincera cooperación y tendencia a la unidad que sembraron de Gaulle y Adenauer con la adhesión abrumadora de los pueblos francés y alemán. Hollande ha dado por instrumentalmente abolido el binomio París-Berlín en el manejo de la situación en tanto que directorio o condominio de hecho para abordarla y darle una salida. Eso es distinto y es aceptable y en Berlín han tomado nota. Pero en París, y en las otras capitales europeas de peso, también saben que sería irresponsable confundir tiranteces lógicas o preferencias con la vuelta a una tensión franco-alemana que, además de frívola e irresponsable, enterraría el admirable y fructífero trabajo que dos estadistas sellaron en Reims hace ahora medio siglo.