Un grupo de rebeldes alzan sus fusiles, a modo de celebración, tras acudir ayer a las urnas. :: REUTERS
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Libia gira hacia el islamismo

Los partidos que defienden la sharia, favoritos en las primeras elecciones libres desde 1964

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Libia superó la prueba. Pese a la amenaza de imponer el boicot por la fuerza por parte de las milicias del este del país, los casi tres millones de ciudadanos llamados a las urnas pudieron ejercer su derecho al voto en un día histórico después de más de cuatro décadas de dictadura. 101 colegios electorales de los 1.554 ubicados en las distintas circunscripciones del país no abrieron sus puertas por razones técnicas o de seguridad, según el presidente de la Comisión Suprema Electoral, Nuri al-Abar. El 92% de los centros estuvieron operativos y, según los datos preliminares, un 42% de los libios habían ejercido su derecho a voto cuatro horas antes del cierre de las urnas. En Trípoli, la capital, se vieron colas desde primera hora de la mañana y en Bengasi, segunda ciudad del país y lugar donde explotó la revuelta contra Gadafi el 17 de febrero de 2011, la jornada transcurrió con normalidad tras superar algunas protestas a primera hora de la mañana.

Los ciudadanos acudieron a las urnas para elegir a los 200 diputados del nuevo Consejo Nacional General (CNG), una especie de parlamento que tomará el relevo del Consejo Nacional Transitorio (CNT) que dirige el país desde el colapso del régimen. Este órgano tenía en principio en sus manos la responsabilidad de elegir a la comisión responsable de redactar el borrador de la nueva constitución y la organización de un referéndum para aprobar el texto sobre el que se basará la nueva Libia, pero debido a las protestas internas ha habido cambios.

El CNG designará a un presidente y a un nuevo primer ministro, pero la Comisión Constitucional que deberá elaborar una nueva Carta Magna será elegida por sufragio universal dentro de cuatro meses. Tal y como estaba previsto, los principales problemas se registraron en el este del país, provincia de Cirenaica, donde numerosas voces llaman al establecimiento de una Libia federal, compuesta por una provincia occidental, con Trípoli como capital, otra oriental con Bengasi como principal centro urbano y una meridional, con la ciudad de Sebha a la cabeza. En Ajdabiya, ciudad próxima a Bengasi, un manifestante que pedía el boicot al proceso perdió la vida en un tiroteo cuando estaba intentando robar una urna de un colegio electoral, la única baja que se ha producido en la jornada de voto.

División regional

Por primera vez desde 1964 los centros de voto abrieron sus puertas a las ocho de la mañana y los ciudadanos acudieron a votar sin saber cuál será el resultado final del proceso. La Comisión Electoral ofrecerá los resultados provisionales en el plazo de una semana y los definitivos en diez días. Los partidos y candidatos islamistas son los grandes favoritos en un proceso en el que las urnas abrirán la puerta a la sharia como fuente única de inspiración para la próxima Constitución. Las dos grandes formaciones son las islamistas Justicia y Desarrollo, de los Hermanos Musulmanes, y el Partido Nacional, del sheikh Ali Salabi y el ex emir del Grupo de Combatientes Libios, Abdul Hakim Belhadj. La opción más liberal, aunque también con el código de ley islámico como base principal en el programa, es la Alianza Nacional de Fuerzas liderada por el ex primer ministro del CNT, Mahmoud Jibril.

La división regional amenaza con la ruptura de la nueva Libia en tres partes. En el este, los habitantes de la Cirenaica se resisten a aceptar que tan solo contarán con sesenta diputados en el próximo CNG. El 75% del crudo del país se exporta desde esta parte del país donde prendió la chispa de la revolución siguiendo los ejemplos de Túnez y Egipto.

En el sur se vive desde febrero una guerra abierta entre tribus que ha costado la vida a cientos de personas y también se resisten al reparto de escaños que les reserva cuarenta representantes. Los libios del este y del sur miran con recelo a los de la región de Tripolitania, al oeste, donde se encuentra la capital, Trípoli, que tendrá cien diputados.

El giro al islamismo de Libia sigue los pasos de otros países que han vivido revoluciones como Túnez y Egipto. En ambos casos los Hermanos Musulmanes, organización con décadas de trabajo en la clandestinidad, han recibido el apoyo de una gran mayoría de los votantes.