Naglaa Ali y, a la derecha, Suzanne Mubarak. :: REUTERS
MUNDO

Naglaa no quiere ser primera dama

Egipto debate sobre la figura de la conservadora esposa del nuevo presidente

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Si alguien se encontrara con Naglaa Ali en la cola de un mercado, en el metro o haciendo algún recado por la calle, difícilmente reconocería a la nueva primera dama egipcia. Acostumbrados a la elegante, altiva y enjoyada Suzanne Mubarak, o a su antecesora Yihan Sadat, ambas medio británicas y educadas en la opulencia, la esposa de Mohamed Mursi se parece, por primera vez, a la mayor parte de las mujeres egipcias de su edad. Ultraconservadora y reservada, el simbolismo de la imagen de la nueva mujer que ocupa, a regañadientes, el palacio de Heliópolis,no puede ser mayor y su figura se ha convertido ya en un foco de polémica en Egipto.

Naglaa Ali, de 50 años, viste el 'jimar', un conservador velo que llega hasta la cintura y cubre las formas del cuerpo femenino, y que se ha convertido prácticamente en el uniforme de las mujeres de la hermandad musulmana. No le gusta que se refieran a ella como la 'primera dama de Egipto', sino que prefiere el apelativo de 'Um Ahmed' (madre de Ahmed), en referencia a su primogénito, la forma tradicional -y patriarcal- que eligen algunas mujeres árabes.

A Naglaa Ali tampoco le agrada la idea de habitar el palacio presidencial que podría aislarla, ha dicho, del pueblo. «Lo único que quiero es vivir en un sitio sencillo donde pueda llevar a cabo mis deberes de esposa», relató al periódico del Partido Libertad y Justicia, el brazo político de la cofradía, en una de las pocas entrevistas que ha concedido.

Su aspecto ha desatado acalorados debates en las redes sociales sobre si alguien vestida de forma tan conservadora puede ser imagen de las mujeres egipcias, o si su elección de vestuario podría influir en el resto de ciudadanas. Entre las clases altas laicas, 'Um Ahmed' es objeto de mofa, y en barrios adinerados como el de Zamalek, donde la mayoría de las mujeres parecen siempre recién salidas de la peluquería, Naglaa Ali aparece ampliamente ridiculizada por sus adversarios.

Para otros, sin embargo, la esposa de Mursi es una mujer en contacto con el Egipto «de verdad», y representa mejor a las egipcias que sus antecesoras, que vivían en una burbuja de lujo y alejadas completamente de la realidad, según sus críticos.

Traductora

Procedente de una familia humilde del barrio cairota de Ain Shams, Naglaa Ali se casó a los 17 años con su primo Mohamed Mursi, al que luego acompañó a vivir a Estados Unidos, donde nacieron los dos primeros hijos de los cinco que tiene la pareja. No posee estudios universitarios, aunque en Los Ángeles trabajó como traductora en un centro religioso. Su oficio, sin embargo, es el de madre y esposa, como ella misma ha defendido.

Pero el debate sobre la nueva y reacia primera dama va más allá de su aspecto, su origen o su formación. Para feministas como Dalia Ziada, directora del Centro Ibn Jaldún de Estudios para el Desarrollo, «la primera dama tendría que desempeñar un papel importante en Egipto y desarrollar un discurso público sobre la mujer». Sin embargo, argumenta a este diario Ziada, «la esposa de Mohamed Mursi no está cualificada», principalmente porque los Hermanos Musulmanes «abusan de los derechos de la mujer, no la conciben más allá de la esfera doméstica, no creen en la igualdad».