El príncipe Eduardo saluda a ciudadanos de Gibraltar que salieron a la calle a recibirle. :: MARCOS MORENO / AFP
ESPAÑA

Gibraltar reafirma su identidad británica ante el príncipe Eduardo

El ministro principal de la colonia denuncia la actitud de acoso de España durante la visita del hijo pequeño de Isabel II al Peñón

MADRID. Actualizado: Guardar
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Gibraltar aprovechó ayer la llegada del príncipe Eduardo de Inglaterra y su esposa, Sophie Rhys-Jones, condes de Wessex, para reafirmar una vez más la soberanía británica sobre el Peñón. El hijo menor de Isabel II, que viajó oficialmente para celebrar con los gibraltareños los 60 años del reinado de Isabel II, protagoniza una visita de tres días que ha causado profundo malestar en el Gobierno de España y que el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha calificado como «desafortunada en tiempo y forma».

El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, no dejó pasar la ocasión para denunciar la presión que, a su juicio, mantiene el Ejecutivo de Mariano Rajoy sobre la colonia. «Nos sentimos atacados por España», aseguró. Picardo, además, escenificó el patriotismo británico del Peñón al destacar el «orgullo» de los gibraltareños con respecto a la corona, y «el respeto, afecto y lealtad» de la población a Isabel II en el año de su jubileo. En su primer día de estancia, los condes de Wessex se dieron un baño de masas ante miles de personas que inundaron las calles de la ciudad con banderas británicas. Las autoridades del Peñón no han escatimado esfuerzos e incluso concedieron permiso a los funcionarios públicos para ausentarse de sus puestos de trabajo y poder salir a las calles a saludar a los miembros de la familia real. La consigna era clara, mostrar la adhesión inquebrantable del enclave a Londres y a la corona británica. «Es importante que el príncipe vea lo fuerte que late el corazón británico de los gibraltareños», declaró el ministro principal.

Esta es la segunda ocasión en la que el príncipe Eduardo visita el Peñón y la duodécima de un miembro de la familia real británica, la última de ellas a cargo de su hermana Ana en 2009. Todas estas estancias han sido respondidas de forma airada por parte de las autoridades españolas. La que mayor polémica suscitó entre Madrid y Londres se produjo en 1981, y corrió a cargo del príncipe Carlos. En aquella ocasión, don Juan Carlos declinó la invitación a la boda del heredero al trono con Diana de Gales como medida de protesta. También ahora y con motivo de este viaje del príncipe Eduardo la Reina Sofía, a instancias del Gobierno, anuló su participación en la conmemoración de los 60 años de reinado de Isabel II.

Aumento de la tensión

La relación entre la colonia y España no pasa por sus mejores momentos tras dos meses de conflicto en aguas de la bahía de Algeciras, donde los pesqueros españoles se ven acosados casi a diario por la Policía gibraltareña. Tanto España como el Peñón consideran como suyas las aguas en cuestión, en las que hasta hace ahora faenaban libremente barcos con ambos pabellones en virtud de un acuerdo de 1999. Sin embargo, Gibraltar ha decidido aplicar su legislación ambiental, de 1991, según la cual se prohíbe la pesca con redes en la zona como medida de protección medioambiental. Representantes de la colonia y los pescadores españoles iniciaron la semana pasada reuniones bilaterales con el fin de alcanzar una solución que permita desactivar esta crisis.

Uno de los actos del príncipe Eduardo durante los tres días que permanecerá en Gibraltar consistirá en la inauguración de la nueva terminal del aeropuerto. Una instalación especialmente polémica al haberse levantado sobre unos terrenos que España considera fuera de los límites de la colonia británica. El último episodio de confrontación se vivió ayer mismo, después de que se hiciese público que España ha denunciado ante la Unión Europea el nuevo régimen fiscal gibraltareño al considerarlo incompatible con la legislación comunitaria. Desde el Ejecutivo central se acusa al Peñón de actuar como un paraíso fiscal, algo que no gusta en el enclave. «Nos defenderemos ante los tribunales», advirtió Picardo. La sucesión de tensiones ha provocado una respuesta de la población gibraltareña ante la visita del príncipe Eduardo aún mayor de lo esperado, tal y como se pudo contemplar en el primer día de su visita a la colonia.